Eran la gran esperanza blanca de nuestro rock moderno, los primeros que nos hicieron pensar que por estas latitudes cabía alguna banda que pudiera seguir la estela de Hives, Strokes, White Stripes y compañía. ¿Realidad o pose? Las dudas tenían que aclararse en este segundo largo.
“Black Noise Is The New Sound” demuestra que siguen en la senda adecuada. Rock guarro y desacomplejado, nada nuevo pero tocado con energía, sin esconder los ramalazos setenteros ni su deuda con los clásicos. Píldoras ruidosas de dos minutos y medio, baterías revolucionadas, riffs punzantes y pocas pero efectivas (“Birds On The Velvet Roof”) concesiones a la melodía. Ganan en contundencia, despejando dudas a los que temieron ver en ellos un bluff de temporada. ¿Un pero? El mismo que puede achacarse a tantas bandas de la actualidad que beben con descaro de fuentes pretéritas. Este disco convence mientras no caes en la tentación de compararlo con un vinilo de los Sonics o con el debut de Led Zeppelin. Y pese al favor que les hacen hoy las coordenadas de tiempo y espacio, veremos dentro de veinte años cuántos de estos nuevos grupos dejan algún legado a la altura del pasado. De momento, el segundo largo de Tokyo Sex Destruction es altamente disfrutable.
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