IV

Aunque en realidad esta es una banda que jamás se ha encasillado, hay que tener muy buena percha para quitarse un traje de sureño piesnegros, vestirse de astronauta hipster y que el cambio te siente bien. Ya hicieron algo parecido en su segundo trabajo, “In the future”, y ahora lo han plasmado con mayor ahínco en este cuarto disco que llega nada menos que después de seis años de espera. Sin embargo, en “IV” la revolución estética es aún más notoria, primero por comparación, ya que llega después del retro e hiper orgánico “Wilderness Heart”, y segundo porque a partir del tercer corte la potencia de las guitarras compite irremisiblemente con unos sintetizadores modernistas muy prominentes, machos alfa de la fauna instrumental que habita el repertorio (con la excepción de la acústica “Line them all up”).

El talento y la creatividad vocal no han decaído, así que los elementos para otro gran disco de ampliación cromática para el grupo están ahí, pero el problema está en que de tres canciones de nueve minutos, sólo asombra una, la inicial “Mothers of the Sun”. “(Over and over) the Chain” no ofrece nada más allá de un mantra de guitarreo y teclados sin demasiado jugo, y “Space to Bakersfield” yerra al intentar emular el “Maggot Brain” de Funkadelic y convierte el final del disco en un triste dilema… ¿sigo escuchando esta intrascendente deriva onanista hasta que termine? Tanto minutaje adocenado supone un lastre para el disco, y aunque “Florian saucer attack” sea un hitazo que podrían haber firmado perfectamente las Savages –¡ese estribillo!-, la falta de pegada del resto de temas hace que se antoje bastante probable que, con el tiempo, “IV” sea visto como el menos redondo de los discos de Black Mountain.