A estas alturas The Bellrays no van a tratar de sorprender ni de engañar a nadie. A ellos lo único que les importa es seguir en la brecha, seguir grabando discos que tengan un peso específico dentro de la actual escena rock, y, cómo no, seguir girando sin parar. A finales de año pudimos presenciar alguno de sus conciertos por aquí, y aunque ese torbellino llamado Jesse Malin les pasó por encima, Lisa Kekaula todavía tiene ese porte tan fiero que logra intimidar con un simple parpadeo de ojos. The Bellrays aún conservan esa formula que tritura rock, punk y soul sin piedad, y para esta ocasión no iban a cambiar de buenas a primeras. En una primera escucha lo que más impacta es la potencia del sonido, ya que nunca antes habían conseguido sonar en estudio tan compactos como ahora con “Black Lightning”. El disco empieza con dos temas muy rápidos y viscerales, mientras en “Sun Comes Down” surge la elegancia del soul de los sesenta, en una pieza que es una absoluta maravilla. Y a partir de ahí, van combinado temas que parecen salidos del mismísimo infierno con otros que son una oda a la belleza. Lo dicho, The Bellrays ya no inventan nada, aunque hay que reconocer que, en su día, antes del boom del soul, ellos pusieron sobre el tapete una serie de sonidos que entonces parecían olvidados.
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