En cierta manera, los barceloneses Black Islands son la productividad hecha banda. Apenas un año después de su segundo larga duración, “Disco Nuevo”, el disco que marca un antes y un después en su relativamente corta pero intensa carrera, el cuarteto publica “Patio de luces”, un trabajo que hace honor a su título con unas letras personales y por momentos costumbristas.
Si en la anterior entrega escupían proclamas antitaurinas y a favor del movimiento LGTBI, en esta nueva entrega mantienen el pulso punk –entendido como en un equidistante punto entre la energía de Sex Pistols y la fiesta subversiva de la Movida Madrileña– para dibujar nueve viñetas que se antojan muy vividas. Pienso en esa relación en horas bajas de la inicial “Matrimonio asfixiado” y en la despechada “Houdini”, pero también en los recuerdos de infancia en clave fantasmagórica que inspiran la pegadiza “Casa encantada”, escogida primer adelanto de un disco grabado en El Puerto de Santa María con el maestro Paco Loco (Australian Blonde, The Ships, Sexy Sadie), el gurú del pop independiente español.
Instrumentalmente, además, han alcanzado momentos de absoluta genialidad –no os perdáis los seis minutos de ruido bien entendido de “Disco Pub”, dignos de Sonic Youth–, aunque sigo pensando que si algo hace destacar a Black Islands por encima de otras bandas del mapa nacional es por su lírica, cargada de ácidas referencias a la cultura popular y siempre de una encomiable sinceridad.
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