Si “Black Diamond” es un nuevo paso adelante de la preocupante globalización, alabada sea. “Black Diamond” es Portugal, Angola, Inglaterra y Brasil todo en uno, batido con una desmedida pasión por el ritmo que obliga a saltar y a vibrar como una perra en celo. “Black Diamond” es el tercer mundo en unas percusiones, es todo aquello de lo que Frederic Galliano nos advirtió, es una parte de lo que M.I.A. y Diplo han deglutido con devoción para mostrárselo al primer mundo (busquen “Sound Of Kuduro” en la reedición de “Kala”). “Black Diamond” es un tratado del sonido de las calles de los barrios chungos al mismo tiempo que una bocanada de esperanza para la electrónica más sucia y menos inteligente. Menos inteligente porque entiende de sabiduría popular, de cultura urbana, de desprecio de terceros, pero no de pretensiones. Menos inteligente porque los inteligentes serán aquellos que la exprimirán para hacerse de oro a su costa. Allá ellos. En todo caso, estos portugueses andan bien servidos de hitazos (“Yah!”, “Kalemba”) y de amigos (búsquenles en los créditos) y su “Black Diamond” es un disco honesto, barriobajero, sexual, electro, oscuro y bruto como un monstruo de Frankestein musical y cultural desbordante. Eso sí, nadie va a tener que darle vida a “Black Diamond” como al Prometeo de Shelley, más que nada porque si algo le sobra es precisamente eso: vida. Hasta el último poro y sin privilegios.
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