Perder en dos años a tres seres tan importantes como tu padre, tu madre y tu madrastra (que para ella fue algo así como una auténtica segunda madre), no debe ser un trago fácil de digerir. Y eso es precisamente lo que ha vivido Rosanne Cash.
Tan dolorosa experiencia la ha llevado a utilizar la música como bálsamo. Y si sus ilustres antepasados levantasen cabeza se sentirían muy orgullosos de lo que ofrece su hija en “Black Cadillac”. No hay mejor homenaje para ellos que este disco tan magistral. Quizás ha llegado el momento de que le prestemos mayor atención. Tras un período de dudas existenciales, ya nos brindó otro gran disco, “Rules Of Travel”, justo antes de que esas muertes se sucediesen. Ahora, con su nuevo trabajo, nos confirma que anda sobrada de talento y que agarrarse a su tristeza, a la fe, a la poesía, al amor o a la esperanza le ha servido para dar forma a una excelente colección de canciones de lágrimas ásperas y dolorosas (“I Was Watching You”, “God In The Roses”…) que, al mismo tiempo, transmiten vivificantes dosis de alentador optimismo. Tan hermoso como la vida misma.
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