Por varias razones, a estas alturas, querer rememorar lo de “No Sleep’ Til Hammersmith” (1981) es gesta imposible.
Uno, por lo insuperable que musicalmente resultó; dos, por lo histórico que suponía por aquel entonces sacar un trabajo así (para aquellos que no les siguieron entonces, lo crean o no, Motörhead eran en ese momento los más brutos del patio); y tres, por lo que antaño significaba sacar un álbum en directo (prestigio, saborear lo que por en aquellos días casi nunca podíamos ver por aquí y demostrar lo potente que se podía ser encima de un escenario sin maquillar demasiado la grabación). Transcurridos los años, pese a que el carisma y la diversión aún se mantienen en cotas aceptables a la hora de su directo, indudablemente los viejos Motörhead ya no son lo mismo que antes. Y es que en esta época saturada de publicaciones, en estos días en que las actuaciones de rock son algo totalmente normalizado (y más para un grupo tan prolijo en la carretera como Lemmy y los suyos), un disco doble como éste (ni que sea para celebrar su treinta aniversario), huelga como algo innecesario.
Furrealz? That's maeluvorsly good to know.