Better In The Shade

El de Patrick Watson apunta maneras de haber sido un confinamiento intenso pero fructífero. De esos en los que el melodrama existencial se aparcaba por fases para dejar paso momentáneamente a una productividad enriquecedora que nutriese la personal lista de deberes culturales autoimpuestos que todos tratamos de dibujar durante aquellos días tan aciagos. A diferencia de otros procrastinadores natos que se vieron incapaces a encontrar la motivación y la concentración necesarias, el cautiverio del cantante canadiense de origen estadounidense parece haber rendido eficientemente en sus propósitos, pues no solo nos presenta un trabajo nuevo después de un último larga duración (“Wave”, 2019) y un reciente y breve EP donde se atrevió incluso a coquetear con los fados (“A Mermaid In Lisbon”), sino que además confiesa haberse inspirado precisamente en los autores y las autoras que le acompañaron en sus lecturas pandémicas y que hoy dan pie y forma a los estándares de su presente séptimo álbum de estudio.



“Better In The Shade” no es solo la proyección directa de esas voces literarias de terceros que resonaron en su cabeza durante el tramo más cruento de la mencionada crisis sanitaria, sino también se trata de una forma concisa de plantear nuevas ecuaciones sonoras en las que logra testar ideas frescas que maridan acertadamente con su sonido original y característico. La experiencia en estas situaciones cuenta, y es que los experimentos no salen bien a la primera si detrás de ellos no hay una portentosa y prolongada carrera como la de Watson. A esta diatriba de siete canciones, encinta de reflexiones a caballo entre la realidad y la verborrea de autores como Virginia Woolf, Denis Johnson o Samanta Schweblin, se le añade un filtro electrónico fruto de esa amistad que le une con el DJ y productor brasileño Amon Tobin, quien tras su colaboración con el mismo en el pasado 2020 (“Small Time Shaded”) parece haber querido continuar explorando las bondades y maravillas de esta nueva metodología. Así es como nos terminamos topando con una pieza homónima de arranque, cargada de ese intimismo sentido tan particular, pero a la vez bañada en tímidas ondulaciones vocales que le permiten al canadiense evolucionar su discurso con una fluidez renovadora a lo largo del disco, hasta finalmente eclosionar en su máxima expresión sintética (“Little Moments”, “Stay”).

Poco o nada tarda en dotar de una sensualidad irresistible las cadencias de su recién estrenado sintetizador modular, pues será en su segundo corte (“Height Of The Feeling”) donde le veamos codearse con otra de las grandes voces de la escena canadiense, Ariel Engle (conocida en su carrera en solitario como La Force, y en su carrera conjunta como una de las piezas clave del colectivo Broken Social Scene) creando una atmósfera privada de luz tenue y sábanas arrugadas. Sin embargo, Watson no sería él si no nos regalase también uno de esos cortes acústicos y a la guitarra, marca de la casa, que por sencillos y llanos no dejan de tener los elementos idóneos para gustarnos y brindar las briznas de calidez que el disco demanda (“La La La La La”).

No será el mejor trabajo que nos ha brindado el artista canadiense, pero si algo define precisamente a este “Better In The Shade” es que se trata de un disco hijo de su tiempo: con la melancolía del que viene de los infiernos, pero preciso y directo como exige la velocidad del momento.