Quinto trabajo de la banda de Mungia, y en el que siguen empeñadas en ponérnoslo complicado a los críticos, deseosos de poner etiquetas por todas partes...¡Ay de aquél o aquella que quiera catalogar a Belako! Lo va a tener bien jodido. Y es que, lo de huir de cualquier encasillamiento es algo que llevan haciendo desde que comenzaran, ya hace más de una década, cuando publicaron su álbum debut, "Eurie", que fue el principio de una evolución musical - y también personal- que aún no ha parado, y que no tiene pinta de hacerlo.
Una inquietud artística que suele darse en bandas y artistas con una gran amplitud de miras, mucha inteligencia, cero complejos y una importante cultura musical, características que se pueden aplicar a cada una de las componentes de Belako, y que les ha permitido llegar a ser uno de los grupos más importantes de su generación.
Así que, como no podía ser de otra manera, este "Sigo regando" también es un completísimo catálogo de sonidos que se mueven entre el pop, el rock, la electrónica... y muchas más cosas. Un trabajo que, sin embargo, no resulta artificial en su elaboración, sino que todos los elementos encajan de una manera muy natural, dotando al conjunto de una unidad y una personalidad propia que acaba sonando, simple y llanamente, a Belako.
Situado en un punto intermedio entre la excesiva experimentación de "Render me numb"(18) y el carácter más comercial que, en cierto modo, podía tener "Plastic Drama"(20), este último trabajo se presenta como la definitiva llegada a la madurez de la banda, después de unos años de búsqueda, trazando un camino verdaderamente disfrutable.
Comienza el disco con "Dump", donde parecen querer hacer un guiño a sus primeros pasos en el mundo discográfico, con una intro que nos recuerda sospechosamente a la de "Molly & Pete", perteneciente a su álbum debut. En esta ocasión, la presentación del disco se compone de múltiples arreglos, incluidos unos violines finales que le dan un encanto especial a la propuesta.
Continúa este fascinante viaje con el pop melancólico y pelín ochentero de "White Lies", donde navegamos al ritmo que marca el sonido del bajo de Lore, y que nos lleva sin darnos cuenta hasta un cambio de tercio rupturista con el rock urgente de "Tangerine".
La primera de las composiciones en euskera que nos encontramos en el disco es "Saguzarren Kanta", una verdadera locura sonora, en la que los ritmos jazzies de la batería de Lander nos dirigen hasta un mundo único e inclasificable en el que la bossa se confunde con el sonido de los teclados y los sintetizadores, en el que, probablemente, sea el tema más oscuro del disco. Y seguramente, uno de los mejores, aunque eso sea mucho decir.
Nuevo viraje hacia el pop más electrónico, donde tan cómodas se sienten, con "Flower trouble" mientras un riff machacón va guiando nuestros pasos al siguiente nivel: "Orein orain", otra de esas maravillosas rarezas marca de la casa, donde incluso experimentan con los sonidos de vocoder, y donde es de justicia destacar los juegos de voces entre Cris y Josu, que le dan a la canción un toque precioso, antes de continuar con la tercera parte de "Hegodun baleak", que precede al momentazo del disco, su primer tema en castellano y en el que se acercan al punk más salvaje y reivindicativo, en la onda más desquiciada de El Columpio Asesino, demostrando de paso que, en este formato, también pueden encontrar un acomodo idóneo, y que este traje más bestia les sienta igual de bien que el pop más melódico. Una auténtica maravilla que tiene que atronar en cada uno de los directos.
La calma regresa con una composición muy en la onda clásica de la banda, aunque bien pensado, ¿cuál es la onda clásica de Belako, realmente?... digamos, pues, que "Slates" es una canción que podría sonar en cualquiera de los álbumes del grupo, o que podría haber sido escrita, perfectamente, hace diez años. En "New lights slates" nos proponen un ambiente chill discotequero, que precede al tema más indie del lote: "Pretty Handsome".
Y cuando parece que todo está ya dicho, y que ya han experimentado con todas las herramientas posibles, de repente se desmarcan con una propuesta minimalista de tono acústico, como es "No tools", antes de señalarnos la puerta de salida con "Aquí sigo regando", donde la épica lo domina todo, y que podría considerarse como el resumen del disco, ya que contiene todos los elementos que, previamente, habían ido trazando el camino de un trabajo impecable.
También hay que destacar el trabajo lírico, ya que, aunque es de sobra conocido el carácter reivindicativo de cada una de las componentes de Belako, en este disco se muestran especialmente incisivas y explícitas en temas como “Dump”, “Sangre total” o “Slates”.
Poco más se puede añadir en un resumen bastante escaso para lo grande que es este álbum en el que, como dicen en el título, efectivamente siguen regando para que la discografía que están creando - y que ya era enorme- siga creciendo hasta el infinito, que visto lo visto, es hasta donde van a llegar Belako.
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