Zach Condon, tras cuatro años de letargo, ha vuelto a meter la mano en su chistera de crear canciones. Pero esta vez el conejo que ha sacado no huele bien del todo, está medio muerto y suplica a gritos el tiro de gracia. Y esto no es del todo malo, era el espejo en el que tenía que encontrarse y luego romper para pegar de nuevo cada trozo. Los últimos tiempos no han sido un camino de rosas para Zach, tras el divorcio y la posterior etapa de bloqueo (estuvo ingresado por “agotamiento extremo”), muchos han sido los intentos frustrados de componer nuevo material, de desatascar la chistera. Así que, esta triple negación que da nombre al álbum (y al primer single), “No No No”, era necesaria para superar el duelo, enterrar el conejo y dejar que la magia vuelva de nuevo a fluir.
Nueve temas conforman este disco/esbozo de escasos 29 minutos, donde a veces se consiguen grandes cotas de belleza y simplicidad, y otras tantas la voz de Zach flota por su cuenta como una balsa de aceite en medio de un lago de nostalgia inconclusa. Y aunque en el conjunto de la obra se palpa la sensación de ausencia, de ideas inacabadas o de continua desconexión (la cíclica “At Once” o la exasperante “As Needed” son buena prueba de ello), también se aprecia la luz entre las grietas. En “Perth”, “No No No” o en “Gibraltar”, brilla el sello de Beirut, y en sus melodías y ritmos sincopados, se filtra y disfrutamos del entusiasmo vocal que siempre definió a Condon y a la banda.
Los arreglos y la maestría a la dirección de Zach quedan patentes en cada pista, y destacan en “So allowed”, pieza que cierra este pequeño viaje que nos deja con ganas de más, y felizmente marca el final del túnel y el inicio de un nuevo día.
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