“Becoming A Jackal” es uno de esos discos que surgen más como producto de individualidades singulares que como resultado de la alineación con catálogos de temporada. En él, el dublinés Conor O’Brien canta y toca la mayoría de los instrumentos para debutar de largo y colarse con sigilo y seguridad en la lista de doce candidatos para el Mercury Prize de 2010. Y bien que lo merece. Como buen irlandés, en su aproximación poética O’Brien se lo juega todo, y medio y mensaje van de la mano. Al igual que Conor Oberst, con quien comparte mucho más que nombre de pila, pasa en un pestañeo de la desnudez sentimental (“The Meaning Of The Ritual”) al relato de terror (“Home”) o al derrumbe confesional (“Becoming A Jackal”). Y lo hace cantándote a la cara, masticando todas las palabras, hablando en primera persona, sin ironías ni esnobismos, y echando mano de un revestimiento sinfónico que parte del folk y evoluciona hacia el pop adulto para grandes audiencias. A ratos excesivamente rimbombante, “Becoming A Jackal” es espiritual, muy lírico y está muy bien cantado. Difícil no disfrutarlo.
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