Cuando algo se espera con obsesión enfermiza, existe el peligro de que, cuando se haga real, podamos desilusionarnos al no ver cumplidas nuestras expectativas. La trayectoria de Underworld hasta el momento ha servido para borrar de un plumazo tales tonterías.
La segunda etapa del grupo, con la presencia de Darren Emerson, empezó con «Dubnobasswithmy-headman», una auténtica bomba piromusical. Parecía difícil engendrar otro hijo sin ser devorado por el éxito del primero, pero con «Second Thougest In The Enfants» dieron la vuelta a la tragedia griega. El salto mortal venía tras el single «Born Slippy» que, gracias al espaldarazo que supuso su inclusión en la banda sonora de «Trainspotting», llevó a Underworld a ser un grupo conocido por todo el establishment. El acantilado era alto y la caída podía ser mortal. «Beaucoup Fish» es el trabajo más techno y house del grupo, aunque sigue habiendo temas de atmósferas progresivas como en «Second…» («Something Like A Mama»), la voz perturbada de Karl Hyde sigue desquiciada, la base rítmica aumenta su riqueza («Push Upstairs» o la discodancer «Shudder/King Of Snake»), sin dejar las melodías pop («Jumbo») que incluyeron en su primer disco. Un trabajo que pasa de la calma total a ser más heavy que el propio infierno («Kittens» o «Moaner») y que abre nuevos caminos como los planteados en «Bruce Lee».
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