A Iggy le ha perdido o su ego o las compañías (miembros de Body Count) y se le ha ido la mano con quince canciones que escuchadas del tirón pueden resultar de difícil digestión. Sin embargo –y aquí los más fans estarán de acuerdo- todo se compensa gracias a su impenetrable y profunda garganta, los riffs apocalípticamente heavies y ásperos del que se ha convertido en su destructiva mano derecha, el guitarrista - y también compositor junto al propio Iggy - Whitey Kirst y, por último, una nada artificiosa autoproducción que pone las cosas totalmente en su sitio. Tan sólo por los dos trallazos con los que abre (“Mask “ y “L.O.S.T.”) más alguna joya de la categoría destructiva de “Drink New Blood” , la vacilona “The Jerk” o el curioso alegato, muy a lo Wayne Kramer, de “V.I.P.” ya merece la pena. Aunque pueda resultarte asombrosamente heavy.
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