Cuando a una le cae en las manos un disco de rarezas y/o caras B no suele emocionarse demasiado, ya sea porque tiende a pensar que se trata de una colección de canciones desechadas que ahora el grupo de turno quiere rentabilizar o porque a menudo es material solamente apto para ultra fans. En el caso de Beach House, me encuentro en esta última categoría, así que decidí darle una oportunidad. Y mi sorpresa ha sido comprobar que nos encontramos ante algunas de las canciones más redondas desde la publicación de “Bloom” (Sub Pop, 12) y que, para nada, se acerca a la concepción clásica que se tiene de “rarities”. Puede, eso sí, que el género que manejan -un dream-pop de altos vuelos-, complique diferenciar entre canciones de cara A y de cara B, y que la identificación de hits no sea tan obvia (hay, claro, excepciones. “Zebra” y “Mith”, por citar a dos, son clarísimos ejemplos de exitazos seguros. No en vano abren sus dos mejores álbumes).
En este álbum, el sexto de su carrera, volvemos a encontrar a los Beach House más inspirados y frescos, los que consiguen crear melodías envolventes que transportan al oyente a base de tiempos lentos y teclados oníricos, sirviendo de apoyo perfecto a la cálida voz de Legrand.
Si bien es cierto que huyen de la obviedad pop, en ningún momento caen en la extravagancia gratuita. En Beach House todo tiene un porqué, sin demasiado sitio para lo banal, y en este disco esta premisa se cumple más que nunca.
El disco cuenta con dos canciones inéditas, “Chariot”, single de avance del disco, y “Besball Damond”. Ambas se registraron durante las sesiones de grabación de “Depresion Cherry” (Sub Pop, 15) y “Thank Your Lucky Stars” (Sub Pop, 15), álbumes editados el mismo año, con pocos meses de diferencia. La primera lleva grabada a fuego la marca Beach House, de ahí que haya sido la escogida como avance, mientras que en la segunda la voz de Victoria aparece mucho más tratada, dándole un aire más artificioso al tema.
El disco está lleno de perlas y una de las indiscutibles es “Equal Mind”, canción que se grabó durante las sesiones de “Bloom”, pero que desgraciadamente se quedó fuera por parecerse demasiado rítmicamente a “Other People”. Lo tiene todo para convertirse en hit: frases sencillas, un riff que funciona y un estribillo pegadizo. Todo ello con una actitud de desgana en el tono de voz que recuerda a Blondie y su pereza sexy.
Merecen también una mención especial las dos versiones de “Used To Be” y “Norway”, ambas de “Teen Dream”, (Bella Union, 10). Si las originales ya eran pura maravilla, estas dos versiones no se quedan cortas. En el caso de “Norway”, la eliminación del famoso estribillo y la creación de un puente de guitarra mucho más misterioso crean una atmosfera más oscura que la original pero terriblemente adictiva.
El disco también contiene una versión de Queen, “Play The Game”, grabada para que se incluyera en un recopilatorio solidario destinado a recaudar fondos para la investigación del SIDA. Uno puede imaginar el reto que significa llevar la energía de Queen al terreno contenido de la música de este dúo. El resultado es mas que satisfactorio, ya que consigue unir los espíritus de dos bandas estéticamente tan diferentes.
La canción más antigua incluida en el disco es “Rain In Numbers”, que el grupo grabó en verano de 2005, momento en el que se fundó la banda. La voz de Victoria está casi irreconocible y funciona perfectamente para apreciar el largo recorrido estético que ha hecho la banda desde entonces, afianzando cada vez más un sonido que les es propio y reconocible. Como curiosidad, decir que este tema originalmente era la canción secreta de su primer álbum homónimo, publicado por Carpark en 2006.
Resumiendo, catorce cortes que devuelven el buen sabor de boca a todos aquellos que no vieron en los dos últimos trabajos sus expectativas cumplidas.
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