Escapar de la repetición de esquemas, o directamente del autoplagio, debe ser uno de los grandes propósitos que han guiado al dúo de Baltimore Beach House a la hora de encarar un séptimo largo que, más por reforzar su idea de nuevo inicio (la similaridad del siete con el número uno desde una reformulación), o por resaltar su condición de sinónimo de espiritualidad en otras culturas, han decidido bautizar escuetamente como "7". También lo hacen por focalizar la atención del oyente en su pura esencia, esa cuyo estilo han decidido depurar ahora desde la atención al ritmo en detrimento de unas texturas no tan límpidas ni previsibles (por algo revelan el rol pivotal de su batería, James Barone, en su gestación), sin por ello perder ni un ápice de aquel magnetismo sensorial que sigue siendo su principal activo.
El cómplice necesario para que sus composiciones exuden una corporeidad más rugosa, una consistencia que en ocasiones se acerca a una suerte de plácido drone de duermevela, en cualquier caso más sedante que disruptivo (aunque con un tuétano más malévolo de lo que su untuosa apariencia sugiere) ha sido Peter Kember (Sonic Boom), quien ha tomado el relevo al habitual Chris Coady en la coproducción de estos once cortes. El objetivo era plasmar el hervor de cada canción en el momento en el que fueron concebidas, sin rebozarlas demasiado tras los controles –por eso todas pasaron rápido por su estudio casero de Baltimore– y sin pensar ni en su exposición en directo ni en que una se pueda sostener sobre una guitarra u otra sobre un teclado. Primar el instinto sobre el cálculo, en síntesis. La jugada se antoja inteligente y certeramente resuelta. Porque más allá de que "Dark Spring" pueda evocar las melodías ingrávidas de Broadcast, de que "Pay No Mind" destile el mismo veneno narcótico de Mazzy Star (o los JAMC menos fieros) o de que el emergente ritmo casi motorik de "Dive" resuma mejor que ninguna otra la naturaleza mutante de este disco, si algo consigue "7" es refrendar la vigencia de la marca Beach House sin tener que repetirse como el ajo.
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