Puede que nuestras deshumanizadas y excesivamente ocupadas mentes de adulto lo hayan olvidado, pero actualmente nos encontramos de pleno en la estación del amor por excelencia y si hay una persona empeñada en recordárnoslo es sin lugar a dudas Beatrice Kristi Laus, conocida artísticamente como beabadoobee. La artista británica de origen filipino nos sugiere a través de su anhelado segundo álbum, “Beatopia”, que nos olvidemos por un momento de nuestro convulso presente y nos sumerjamos de lleno en un idealizado pasado adolescente repleto de memorias absurdamente románticas y mariposas en el estómago que revolotean sin rumbo específico y sin pensar demasiado en el mañana.
Te queden más lejos o más cerca aquellos años, “Beatopia” logra colocarnos con éxito en esa sintonía pubescente de altibajos anímicos en los que todo tu mundo gira en torno a una persona en cuestión y el poder de iluminar o ennegrecer tus días reside en su mano. No lo negaremos, es una premisa un tanto básica para un cancionero; pero recordemos que estamos en verano y somos unos críos, no rompamos la magia. A través de sus catorce pistas, Bea consigue narrar y hacer nuestros los diferentes estados emocionales que un joven sujeto atraviesa cuando está enamorado, sacándole el máximo rendimiento a ese universo acústico y meloso que practica a partir de las diversas y dulces aristas de su sonido.
En su relato se respira la ilusión de los primeros días (“10:36”), el dolor de una despedida (“See You Soon”), la melancolía de quien disfraza sus dilemas con la voz de terceros (“Broken CD”), la apertura total y sin clausulas de un corazón entregado (“Pictures of Us”) y el encontronazo con la realidad más desilusionante (“Tinkerbell Is Overrated”). Pero sin lugar a dudas, lo realmente destacable de “Beatopia” no es su contenido temático, más o menos previsible y común dentro de la generación de la artista, sino la versatilidad con la que la cantante hace gala de ese imaginario íntimo y personal, entregándonos con ello una serie de pistas que viajan desde el r’n’b de los dos mil (“Sunny Day”), hasta sorpresivamente la bossa (“The Perfect Pair”), pasando por esferas oscuras y puntualmente agitadas con sabor noventas (“Talk”) y por unos sobrecogedores arreglos de cuerda que definitivamente firman el salto madurativo de su propuesta (“Ripples”).
Mecidos por su indomable pero también sentida mirada y con un espíritu a caballo entre el emo más flagelador y la luminosidad folk, beabadoobee se abre de par en par ante nosotros y nos invita a recrear a través de su voz (y entre aromas acaramelados y tormentos hormonales) las mieles y sinsabores de un tórrido romance de verano, con sus correspondientes fases e intervalos, para acabar comprobando que a fin de cuentas y a pesar de todas las idas y venidas posibles, hay un final feliz en todo esto (“You’re Here, That’s The Thing”).
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