La carrera musical de Dr. Dog se asemeja cada vez más a la de un corredor de fondo que mantiene un ritmo constante a lo largo de buena parte de los kilómetros que recorre, reservando sus energías para pegar en progresión el último y definitivo estirón. Y sí, su séptimo disco de estudio es el mejor de los entregados hasta la fecha, y también el más alejado de la americana inicial. Como ya hicieran Okkervil River en su última entrega, los de Philadelphia renuncian a su postulados más apegados a la tradición, para acercarse al rock desde la vertiente más pop con unas gotas de psicodelia. Lo bueno es que, al contrario de los primeros, la jugada les sale perfecta. Solo hay que fijarse en la polirítmia africana de “Heavy Light”, que te recordará a luminarias como Paul Simon, o en como se acercan al rock nervioso de The Strokes en “These Days” o incluso a los MGMT del primer disco, aunque sin tanta exhuberancia. Con estas referencias ya te haces una idea de que han movido ficha para incorporar, gracias al uso de sintetizadores y una mayor gama rítmica, nuevas sonoridades a su propuesta, enriqueciéndola y desmarcándolos de la tan en boga corriente folk-rock.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.