Hay una serie de peculiaridades en la vida de Basurita que le hacen ser un grupo singular, quizá demasiado para encontrar un público afín e inmediato. Ya de por sí es extraño que todos sus miembros provengan de bandas históricas de Getxo y alrededores, surgidas en los 90, y que nada de aquello influya de manera decisiva en el nuevo concepto. Liderada por Santi Real de Asúa, de El Inquilino Comunista, no podrían estar más alejados de ello sin tampoco pretender su reverso. Y algo parecido podría pensarse del resto de músicos, el bajista Iñigo Romera (Cujo, Cancer Moon, Los Clavos, Arana y Morenas), el batería Gurru (Electrobikinis, Zodiacs y Cujo, además de diversas colaboraciones), el guitarrista Javier Goti, (The Growl, The Painkillers o The Meows) y el teclista Chus del Gallego (Berlín).
Si hay que situar un verdadero arranque, hay que hablar de los Paralíticos del Ritmo, una precuela que marcó un inicio de lo que llamaron "Grandes plagios", algo que en realidad eran adaptaciones muy particulares de temas de Germán Coppini o Bob Dylan. Ya como Basurita fichan por Subterfuge y estrenan a principios de 2019 un primer álbum "Juramento", producido por Fernando Vacas con temas propios (aparte de una letra de José Alfredo Jiménez o una adaptación de Chuck Prophet), que marcan un pop cálido y un tanto intemporal con cierta tensión guitarrera. Incluso hay un embrión previo en 2015 cuando El Inquilino se decide a reinterpretar el álbum "The Good Earth" de The Feelies con algunos de los futuros Basurita (ya, el nombre no es precisamente una gran ayuda).
"Escenas" es ya su tercer álbum, y como el segundo "El gran feliz" (2020), lo han grabado con Paco Loco, aunque esta vez han asumido un papel más activo en la coproducción, con arreglos y una definición sonora de la que quizá adolecían por cierta dispersión. Santi, como compositor, llevó las maquetas de las canciones que el resto del grupo conocía pero aún no había ensayado. De esta forma construyeron el disco prácticamente desde cero en el propio estudio con la intención de huir de cualquier prejuicio. Sea por ello, o no, en el lote de "Escenas" aparecen algunas de sus canciones más logradas hasta la fecha, caso de la que titula el álbum, cercana al espíritu dance del pospunk más inquietante, el groove contagioso y persistente de "Las luces (quiero verlas brillar)", la alevosa turbiedad de "La noche en que me iba a morir" o la soleada psicodelia de "Nuestra fe". La apuesta es un evidente paso adelante.
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