Blue Motel

Bart Davenport reaparece con nuevo disco bajo el brazo, y con él regresan también esas sensaciones encantadoras siempre inherentes al músico, motivadas ahora por una nueva serie de composiciones irresistibles y seductoras. El californiano firma un álbum de pop nostálgico en donde un halo de luz se erige como hilo de esperanza, en un equilibrio ante el que resulta imposible no claudicar.

El creador bebe directamente de los ochenta y finales de los 70, y centra sus influencias en nombres evidentes que incluyen a Prefab Sprout, Paul McCartney, Aztec Camera, The Style Council o Jeff Lynne. Un acercamiento efectuado con respeto y el buen gusto habitual del artista, que ajusta referentes a ese terreno propio de por sí reconocible. “Blue Motel” (Lovemonk, 18) es un trabajo ampliamente elegante, pero también cercano y familiar, donde cada uno de los temas supone un pequeño placer y cuya ponderación global lo convierte en un tesoro.

Se trata de una obra delicada, cuidada y que busca la belleza en una relativa simplicidad, si bien viene perfectamente rematada con adornos ligeros que no lastran la melodía ni desdibujan el contenido. Grabado junto a su banda habitual The Bedazzled, el firmante envuelve su alma de crooner con una amabilidad empática a lo largo de canciones deslizadas como “The House That Built Itself”, la propia “Blue Motel”, “The Amateurs”, “Halloween By The Sea”, “Grownups”, o la cinematografía instrumental de “Single Life”. El álbum es un bálsamo impagable, que transmite una harmonía vital cada vez más necesaria dentro de un entorno confuso y atropellado como el actual.

Davenport se ha ganado el perfil del autor clásico, y reaparece cada cierto tiempo -siempre íntegro y fiable- para entregar referencias sugerentes y atemporales. Y así, casi imperceptiblemente, es como el vocalista se ha convertido en un pequeño genio del pop, tan imprescindible que ya resulta complicado imaginar el género sin el carisma de su impronta personal.