Aunque podría sonar injusto comenzar este texto hablando de un frontman porque aquí el mérito es del grupo y sus invitados, hay que decir que resulta impactante el vuelo delirante que sostiene la carrera de Ca7riel, una suerte de pop star alienígena que sienta bases en una Buenos Aires que paso a paso y a lo guaso vuelve a centrar la atención dentro de la música moderna hispanoamericana.
Ca7riel no sólo es un músico jóven, versátil y talentoso –laureles demostrados en su banda proggy-funk Astor y su dúo con Paco Amoroso–, sino que no habla en vano: su declarado fanatismo por el metal, publicado en varias entrevistas y camisetas de Megadeth que lleva con orgullo, se corporiza más pronto que tarde en Barro este supergrupo solo para entendidos (por ahora) de groove metal y mucho más.
Muy bien acompañado por el talento de Julián Montes al bajo y voz, Chowi Fernandez a la guitarra y Alan Fritzler a batería, Ca7riel desenvuelve un buen repertorio de personajes del mismo modo que lo hace en otros proyectos, pero esta vez en plan vocalista feroz y multifacético, de letrista autobiográfico e impactante.
En un país en el que el metal es tradición de la buena, el aporte de Barro es revitalizante: hoy el género sigue con buena vida en el underground pero carece de grandes referentes activos, al menos en materia de convocatoria. “Constimordor” continúa el camino trazado por el EP que editaron también este año y lo engrandece en minutaje e impacto.
Recordemos siempre que el punk es mucho más una actitud que un sonido y en esa aseveración Barro toman por los cuernos a la cultura punk porque si bien hay referencias a grupos como Slipknot, Pantera y Meshuggah, ninguno de estas bandas ni muchas otras ilustres tienen la capacidad de aplicar a su sonido súper agresivo y asfixiante la cuota de frescura que Barro le infiere.
Es que más allá de quebrar conflictos de género (musical) con mucha facilidad (admirables las incursiones en el punk rock más básico, el hip hop o el soul con esas vocalizaciones espirituales), Barro le pone barrio a una música que nunca puede abandonar del todo –ni siquiera aquí– cierta cuota de solemnidad.
Mucho de esto sucede en “7 Rojas” en la que un desquiciado Ca7riel inaugura el improbable género “speed metal barrabrava” (“A las nueve y media empieza el partido/Dos equipo’ de transa’ y pervertido’/Todos saben en la que ‘tan metido’”), para luego entregarse a altas melodías en sentido tanto técnico como emocional, pintando un imaginario donde la serotonina y la urbanidad están en constante serpenteo (“Voy a tener que salirme del game/¿Por qué siempre estoy en falta?/En ningún lugar cabe mi alma”).
Los destacados musicales son abundantes a lo largo de estos once temas y el viaje es dinámico y adictivo. Muestras gratis: el puente psicodélico de la sísmica “Garchémoslo”, la hard rockera con gancho “Big Bang”, “Fakin Robots” que trae a la memoria tanto a A.N.I.M.A.L. como a Living Colour y 24-7 Spyz, el vocoder exacto y el rapeo quirúrgico y enfermo en medio del caos de “Missin Children”. Aquí hay alquimia de palabras tan directas como sencillas, y la mayor virtud es usarlas para hacer colisionar mundos distantes: lo Clase B chocando con lo sentido.
“Constimordor” es un título perfecto para esta obra: una palabra compuesta por Constitución, el popular barrio porteño en el que todo puede pasar (una especie de Vallecas de Buenos Aires) y Mordor, el país imaginario, místico y flashero de Tolkien. El álbum parece un recorrido diseñado desde el corazón y mente de sus protagonistas y todo el rato describe el modo de vida –elegido, pero también forzado por el medio, un mundo cada vez más peligrosamente chalado– de una generación que en muchos casos no tiene al metal como uno de sus sonidos característicos. Pero que viva la coherencia, porque tiene total sentido hablar el idioma de 2023 con bases que son terremotos sonoros. Y lo que más sentido tiene es que se habla desde una particular visión del humor, la cual requiere algo de slang argentino, sí, pero que de corazón deseamos que podáis pillar. En tal caso os encontraréis con una propuesta que puede tener puntos de contacto con muchas movidas por ahí dando vueltas, pero que, al fin y al cabo, en su profunda esencia, es completamente única. ç
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