No ha sido flor de un día, ni tampoco nada fácil. Tampoco ha sido un invento, sino más bien un divertimiento cuyo potencial ahora se huele. Así, de esa forma tan... ¿irresponsable? pues claro; ¿desenfadada? desde luego; ¿arriesgada? no dudes de que el riesgo es la salsa de una vida empeñada en volverse gris con los años.
No ha sido flor de un día, ni tampoco nada fácil. Tampoco ha sido un invento, sino más bien un divertimiento cuyo potencial ahora se huele. Así, de esa forma tan... ¿irresponsable? pues claro; ¿desenfadada? desde luego; ¿arriesgada? no dudes de que el riesgo es la salsa de una vida empeñada en volverse gris con los años. Pues así de esa forma es como se fabrican los grandes discos y “Barí” lo es por muchas razones: en primer lugar porque es un salto cualitativo y orientado hacia los logros que se intuían en su primer disco. En segundo lugar, porque define, ahonda y pule un estilo que será más imitado a partir de ahora. En tercero, porque aúna sin fisuras (menudo “soplete” tiene Ramón entre manos) una tradición de siglos (el flamenco) con los coloridos scratchismos (olé) de Panko y la fusión de Juanlu al bajo pero, y aquí reside el mérito, sin perder de vista la esencia, ese duende que marca el camino de las cosas bien hechas. ¡Ah! y en cuarto lugar porque en el disco no sólo hay canciones, sino que se mantiene a lo largo de su minutaje ese sentido unitario que va más allá del sonido hasta alcanzar el famoso concepto. Menudo regalo.
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