III

“Disco de madurez” es una etiqueta que a algunos inspira confianza y a otros da pereza. A mí un poco de ambas, para qué mentir. Pero parece ser la que se está usando para hablar del tercer disco de Jillian Rose Banks, que ella misma considera “el paso de una romántica algo naive a una mujer sabia”. Así, en sus canciones hay lugar para reflexionar sobre las relaciones tóxicas (“all the words you end up spitting up / but you have gentle eyes / that I love / that I hate / that I love” en 'If We Were Made of Water', “you could put me in your pocket, wouldn't you like that?” en 'Alaska') y sobre cómo salir reforzada de ellas (“and I hate the way I miss you sometimes / had your gas light on / then you promised I'm the one who's crazy” en 'Till Now', donde Banks canta decidida a poner punto y final), pero también sobre alguien que ya ha conocido el lado oscuro de la industria ('The Fall', coescrita junto a Miguel).

No hay mucho cambio en el sonido, aunque la atmósfera está mejor conseguida en este tercer trabajo donde colaboran en la producción BJ Burton (que se trae el armonizador Messina que ya usó con éxito en los trabajos de Low y Bon Iver), Buddy Ross (Frank Ocean), Hudson Mohawke (Kanye West) o A.CHAL. Llega además 'III' en un momento bastante favorecedor para este tipo de sonido, en el que temas como 'Contaminated', 'Godless', 'Stroke' o las citadas 'Alaska' y 'The Fall' podrían funcionarle bastante bien comercialmente, lo que no ha terminado de ocurrir con 'Look what you're doing to me' o con 'Gimme', probablemente en el top de lo mejor que ha sacado la californiana (aquí añadiríamos también dos temas recientes pero tristemente inéditos: 'Underdog' y 'Crowded Places'). Con encanto aún cuando resulta más monótono ('Hawaiian Mazes'), este tercer trabajo de Banks es, además de un regalo para quienes la siguen desde 'Goddess', una estupenda puerta de entrada para quienes no la conozcan aún.