En el efervescente y heterogéneo panorama del pop más (o menos) independiente nacional, casi siempre hay que acabar aferrándose a referencias foráneas. Por buscar un caso similar, ocurrió hace bien poco con Siwel (al que nadie en su sano juicio podría negar el ascendente Elliott Smith), y tres cuartos de lo mismo ha vuelto a pasar con Remate, artífice casi único de un trabajo, el segundo, cuyo resultado final se hubiera antojado difícilmente concretable sin la irrupción de Devendra Banhart y toda su pléyade de alucinados folk singers.
De entre la amplísima nómina de reseñables álbumes editados el pasado ejercicio (y que dio para una lista de cuarenta en esta santa publicación) es de ley no olvidar el debut de este joven madrileño, quien invoca a los espíritus más áridos de la guitarra acústica norteamericana (Oldham, Chesnutt) guiñando un ojo, de paso, a los espectros más ácida e irreverentemente deconstructivistas de los paladines del nuevo weird folk. Una voz frágil y susurrante, un piano casi comatoso y unas guitarras acústicas acariciadas con sumo mimo sirven para edificar una de las propuestas más singulares, desde ya, del pop nacional. Y esto es sólo el principio.
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