No sabemos hasta qué punto debe de ser sano hacer uso y abuso de la nostalgia, pero a los británicos The Reytons les debió salir francamente rentable el pasado 2023 tras formularnos a todos la retórica pregunta de “What’s Rock and Roll?” con su autoeditado y segundo álbum de estudio. Y es que para su tercer trabajo formal los de Jay Mya se toman los desvíos justos con respecto a las líneas ya trazadas en su anterior periplo y vuelven a proponernos un viaje sin sobresaltos ni sorpresas por el rock indie de principios de los dosmiles, dejando entrever sin trampa ni cartón las evidentes y conservadoras referencias de su registro.
A “Ballad of a Bystanter” (Autoeditado, 24) se le puede culpar de muchas cosas, pero no de no darnos exactamente aquello que promete. Un disco tan británico como el fish and chips y el cambio de guardia, que bebe sin reparos ni complejos de la que para muchos fue la última gran edad dorada del rock y que no se preocupa ni lo más mínimo por evolucionar en sus formas (aunque esto, según las manos en las que el disco termine cayendo, no es necesariamente una debilidad).
A la banda de Rotherham le trae sin cuidado que estemos en pleno 2024 y deciden apostarlo todo por la idealización del pasado (“Take me back, take me back to when the music was a little bit better”, cantan en “2006”, sentando a las claras los cimientos filosóficos del disco). Su propuesta poco o nada ha variado desde su respectiva carta de presentación en 2021 con “Kids Off the Estate” y la narrativa de sus doce nuevos cortes tan solo es el reflejo de una sencilla regresión sin pretensiones al imaginario estándar del grupo (canciones de amor y rebeldía, escritas para chicos de barrio y gente de clase obrera). En cuanto a estilos, les veremos oscilar sin rumbo fijo por caminos ya quemados por otras bandas, hasta el extremo de llegar a cuestionarnos cuál es el verdadero sonido de The Reytons. ¿Son los Arctic Monkeyseee de 2006 en canciones como “World’s Greatest Actor”? ¿Alguien ha resucitado a los Kasabian de “Club Foot” en “Let Me Breathe”? ¿Estoy escuchando un tema de Miles Kane en “Listen”? Pretenden serlo todo a la vez y desgraciadamente no terminan calando en ninguna de sus buscadas direcciones (y cuando prueban trucos de cosecha propia, como en “Adrenaline” o “What She Won’t Do”, la cosa se pone aún peor).
A pesar de tener muy definida a su audiencia (de hecho, vienen de firmar su primer número uno con su anterior LP y tienen planes de montar el mayor concierto al aire libre en la historia de su ciudad natal el próximo verano), lo que The Reytons denotan con la presentación de un tercer disco así es una evidente urgencia por terminar de hallar su marca personal y desligarse definitivamente de sus sonadas influencias. De lo contrario, correrán el perpetuo riesgo de seguir haciendo discos de corte “sound-alike” que escaseen en personalidad e identidad propias.
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