A excepción de la banda sonora que compuso para la película ‘Being Flynn’ (12) del director Paul Weitz, Damon Michael Gough –aka Badly Drawn Boy– ha estado sumido en un prolongado silencio que ha durado toda una década. Es ahora cuando el británico publica la continuación del que hasta ahora era su último trabajo de estudio, el aceptable ‘It's What I'm Thinking, Pt. 1: Photographing Snowflakes’ (The End, 10), en un regreso que, en parte por inesperado, termina por dejar muy buen sabor de boca.
Lo cierto es que, el que fuese ganador del Mercury Prize veinte años atrás con su debut ‘The Hour of Bewilderbeast’ (XL, 00), regresa ahora con un disco que cuenta con varias y evidentes virtudes. El principal logro del músico consiste en mantener intacta su impronta particular (y por tanto reconocible), al tiempo de mostrarse como un artista maduro en su justa medida, actualizado, y también más sofisticado que nunca. Reaparece así esa capacidad del vocalista para generar buenas vibraciones con su música, además de sumar en positivo el uso que hace de arreglos clásicos de viento y cuerda para realzar tanto la belleza como la elegancia de algunas de las nuevas composiciones. ‘Banana Skin Shoes’ es una preciosa colección de canciones, protagonizada por ese pop colorido y con frecuencia animoso que tan bien maneja un artista que aquí coquetea con levísimas pinceladas de electrónica para actualizar propiedades, pero que mantiene en el cuidado melódico su distintivo más evidente.
Amparado por la presencia intermitente de tres productores –Gethin Pearson, Youth y Keir Stewart–, el de Bedfordshire consigue dar con el aspecto adecuado para los temas, mientras resuena especialmente honesto y sentido en todos ellos. El álbum se abre con la composición que da título al mismo, una pieza algo más experimental que remite a Beck y se aleja de lo que vendrá después. El sonido más pulido y clásico se desenvuelve a partir de ahí con momentos destacados como “Tony Wilson Said”, los irresistibles singles “Is This A Dream?” y “I Just Wanna Wish You Happiness”, o la distinguida “I’m Not Sure What It Is”. Por su parte, “You And Me Against The World” y “Colours” deben bastante a Pet Shop Boys, mientras que “Funny Time Of Year” recuerda de nuevo a Beck –ahora al acústico de ‘Sea Change’ (GC, 02)– y “Fly On The Wall” hace lo propio con Prefab Sprout. También convencen la britpopera “I Need Someone To Trust” o “Never Change”, además de reservar una de las mejores del lote como cierre: la positivista “I’ll Do My Best”.
A pesar del exceso de celo con el número de piezas seleccionadas –un total de catorce–, ‘Banana Skin Shoes’ se manifiesta como una sedosa secuencia de exquisito pop, y de paso como uno de los mejores trabajos del inglés. Tanto que cabe tirar de tópico para afirmar que la espera a merecido la pena y Gough regresa en plena forma, tras un parón que bien podría haberle costado la defunción definitiva si no fuese por los parabienes del presente retorno. Y es que la referencia es un bálsamo real para tiempos difíciles, al funcionar el estilo de Badly Drawn Boy como antídoto ante la soledad y la incertidumbre.
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