Nadie sabe lo que va a pasar mañana

Supongo que hay sacrificios que merecen la pena. Bad Bunny llevaba sin sacar un álbum honesto desde que vio la luz su primer trabajo, el magnífico “X 100PRE”, que simbolizó, al mismo tiempo, el inicio de su viaje para ser el artista latinoamericano más importante de su generación y, por lo tanto, uno de los mas grandes del mundo, así como el final del boom del trap latino tal y como lo conocíamos: ese género que le sirvió para auparse a lo más alto de las listas de éxitos con todos y cada uno de sus lanzamientos entre 2016 y 2019. Entre 2016 y 2023.

Bad Bunny es, a todas luces, uno de los compositores más completos en lengua castellana de las últimas décadas. A diferencia de la mayoría de sus compañeros de género, y en general, a diferencia de la mayoría de artistas mainstream del mundo, todas las canciones de Bad Bunny vienen firmadas por Benito Antonio Martínez Ocasio. Cinco álbumes en tres años y medio han impulsado a Bad Bunny desde el reconocimiento de los fans del género urbano a ser uno de los cinco artistas más escuchados del planeta, y obviamente, el primero en español. Sin embargo, lo ha conseguido a fuerza de vaciar su discurso de su propia personalidad, esa que le sirvió para conquistar al público en sus inicios. “Un Verano Sin Ti” es el álbum mainstream por excelencia del urbano en español; “YHLQMDLG” un trabajo de experimentación necesario en el género desprovisto en el alma y “El Último Tour del Mundo” un evidente bache creativo en su carrera. Tres trabajos que, suponen el asalto de Bad Bunny al podio mundial de la música, y que obligan a una escucha resignada a los fanáticos que le acompañaron desde sus primeros pasos. Bad Bunny ha pasado cuatro años haciendo reggaeton para un público que siempre odió el reggaeton. Ese periplo termina con “nadie sabe lo que va a pasar mañana”.

El de Puerto Rico presenta un álbum de veintidós canciones que no solo se cuentan entre sus mejores temas hasta la fecha, sino que es lo que en el mundillo se conoce como un “no skip”. Esos trabajos que no aceptan obviar una sola canción. Capaz de conjugar a artistas de todo el espectro del género, Bad Bunny le da espacio a emergentes como Young Miko o Luar La L; a estrellas consolidadas como Feid y a los clásicos como Ñengo o Arcángel. Un trabajo completo que quiere premiar al oyente que creció escuchando reggaeton y demás derivados del hip hop made in Puerto Rico. “nadie sabe lo que va a pasar mañana” es un álbum en el que escuchamos al Bad Bunny más honesto desde hace mucho tiempo; hablando desde el corazón y con sinceridad de la fama, el sexo, el amor y el dinero, Bad Bunny presenta sus mejores letras, mostrándose en plena madurez creativa y con el músculo suficiente como para defender casi hora y media de disco desde la originalidad y la profundidad.

Estamos ante un álbum maximalista que explora todo el pensamiento y el universo creativo de un Bad Bunny que se muestra lo suficientemente explícito (en todos los sentidos) como para identificar mensajes sobre el periodo más reciente de su vida sin renunciar a la excelencia en la escritura. Directo en el fondo y elaborado en la forma. Letrísticamente estamos ante uno de los mejores álbumes del género. “VUELVE CANDY B”, “NADIE SABE”, “FINA”, “MONCAO” o “TELÉFONO NUEVO” son solo cinco ejemplos del nivel en las barras de un Bad Bunny que se ganó el favor del público así, antes que poniendo a bailar al mundo entero. “GRACIAS POR NADA” o “PERRO NEGRO” son una hibridación perfecta entre la chulería y el perreo sin abandonar los códigos de la calle; y como guinda e Easter Egg tenemos el detalle gracioso de que “UN PREVIEW”, el tema con el que se empezó a anunciar este trabajo y que sirve para cerrarlo, resulta ser el primer tema del próximo trabajo de Bad Bunny, más cercano al reggaeton que venía practicando en los últimos tiempos. Bad Bunny se sabe un artista de leyenda (como no se cansa de repetir) y gusta de dejar estas curiosidades para los fans que las sepan encontrar.

“nadie sabe lo que va a pasar mañana” es un hito en la carrera de Bad Bunny, que a diferencia de otros artistas sabe hacer virar el rumbo de la nave después de haber incursionado por los universos más mainstream y descafeinados del género antes de que se viera desdibujada su identidad y, al mismo tiempo, le sirve de alegato (todo gran artista lleva en su obra una poética implícita) para justificar su altísimo ritmo de composición y la poca publicidad previa que necesitan sus proyectos.

Benito hiperactivo y compulsivamente productivo, consigue sumir al público en un estado de expectación con tan solo poner un twit. Ahora vuelve a firmar más de veinte canciones en un proyecto (cada una de ellas es una fuente de ingresos para los restos, claro) y continúa su camino para convertirse en lo que a J Balvin no le dio tiempo a ser: el artista más grande del mundo hablando en español. Debemos celebrar el impacto global de la música en castellano gracias a artistas como él. Benito firma un álbum que supone al mismo tiempo una vuelta a los orígenes y un reflejo de la evolución en su hacer artístico. Bad Bunny acierta esta vez, de lo lindo, y eso que era complicado; este chico está hecho de otra pasta: con él, es cierto que nadie sabe lo que va a pasar mañana.