Bad As Me

Usando la estadística, es muy probable que aún quede mucho hasta que Tom Waits se decida a introducir elementos nuevos en sus grabaciones de estudio. Todo lo que hay en “Bad As Me” ya había sido dicho antes, aunque fuera de otra manera. Tras siete años de silencio, el diablo se serena un poco y aparca los experimentos rítmicos guturales de “Real Gone” y vuelve a centrarse en el sonido que desde los ochenta le ha dado más satisfacciones: el rhythm’n’blues desencajado de “Mule Variations”, o lo que es lo mismo, “Bad As Me” significa una tregua en el proceso de feísmo creciente que habían emprendido Waits y Brennan con sus grabaciones, y aunque sea de una manera tímida, se puede viajar con este disco por casi toda su carrera posterior a “Swordfishtrombones”.

Llama la atención que aparte de los habituales Larry Taylor, Marc Ribot, Casey Waits, Charlie Musselwhite y compañía, vuelva Keith Richards al redil en una colección de canciones en las que no hay demasiado espacio para el lucimiento instrumental de otro que no sea el propio Waits, pero es precisamente porque en “Bad As Me” importan más las canciones que el sonido. Cortas y directas. Ninguna supera los cinco minutos. Eso sí es una sorpresa. Desde el primer banjo desquiciado hasta la última mandolina dolorosa transcurren sólo cuarenta y cuatro minutos, el tiempo preciso para darnos cuenta de que la amenaza de huída de Waits era un bulo. Tom vuelve a gustarse y vuelve a estar cómodo ante su obra, y aunque hemos estado a punto de perderlo entre tanto artificio, aquí vuelve a sonreír satisfecho mientras que nosotros estamos exhaustos ante otra ración de genio.