De entre las bandas surgidas con el milenio dispuestas a recuperar la aspereza de las guitarras eléctricas y cierto garage rock alternativo, pero con aspiraciones comerciales ha habido de todo. Algunas, como White Stripes, Strokes y Jet, se han encumbrado (los últimos a mi pesar) y otros, como Von Bondies, Vines o Cooper Temple Clause, que han quedado en casi nada.
De entre todos ellos, podríamos decir que BRMC están situados a medio camino de todo. Tras un disco de debut tan interesante como deudor del legado de The Jesus And Mary Chain, un segundo trabajo que aguantaba bien el tirón del primero y el intento (fallido) de desmarque de su tercer disco (repleto de acústicas e inspiración folk rock), vuelven a recuperar con el cuarto su sonido más rudo y saturado, dando como resultado un disco que contiene destellos de brillantez, pero que adolece de los ingredientes necesarios para volverlos a hacer despegar.
Un disco correcto, sin más, que contiene un puñado de buenas canciones incapaces de sorprender o dejarnos boquiabiertos. Y eso teniendo en cuenta que amplían los elementos utilizados (doblar acústicas con eléctricas, incluir pianos en los medios tiempos, firmar varias baladas –una de ellas deudora de U2-, etcétera) con la intención de dar forma a un disco más diverso. El resultado, una obra brillante por momentos, pero que acaba resultando sólo correcta.
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