Se suele relacionar a AWOLNATION con un sonido fresco, moderno, afín a los tutoriales de redes sociales, en fin, todo muy ahora. Pero en este disco surgido de la intención de festejar la música durante el encierro de 2020 se desenmascara el hecho de que el amo y señor del grupo Aaron Bruno es de la generación que compartió época con el sintético pop ochentero.
Como decíamos, para festejar la música con la que creció, tiró de agenda y convocó a varios colegas para dar vida a unas versiones que son perfectas para primero sonrojar y luego, según el nivel de pretensión de cada uno, disfrutar como un niño (de los ochenta). Porque ya sabemos como funciona esta música: es como las cortezas de cerdo para veganos en las fiestas del pueblo; no todos caerán en la tentación, pero muchos lo harán.
Dicho esto, si el oyente logra sobrellevar con altura el impacto ante semejante referencia popular, puede lograr tener una experiencia satisfactoria. Hay que superar esa primera impresión, y déjenme decirles amigos que no es algo que puedas forzar: primero impacta, luego pasa… o no. Pero si pasa, pues ahí comienza la fiesta se inicia con una maximizada versión de “Beds Are Burning” (junto a Tim McIIrath de Rise Against) de Midnight Oil. Como en el resto del álbum, la tónica es dotar a estas composiciones clásicas de las posibilidades de las producciones actuales y los beneficios de contar con artistas invitados de larga data, respetando casi por completo sus formas originales.
Así es como AWOLNATION pasa aquí por alegres aciertos (la espectacular “Eye In The Sky” de Alan Parsons Project junto a Beck, la agradable sorpresa de “Waiting Room” de Fugazi junto a Grouplove, la entrañable “Alone Again” con Midland, la simpática “Just A Friend” de Biz Markie con Hyro The Hero) y algún trago agridulce (“Wind Of Change” de Scorpions junto a Brandon Boyd y Portugal The Man es demasiado kitsch), pero al fin y al cabo firma un trabajo nostálgico pero enérgico, bailable y de algún modo extraño, que da la posibilidad de sentir sin pretender, de soltarse la melena, ponerse leggins de colores chillones y sudar al ritmo frenético del “Maniac” de la banda sonora de “Flashdance”, que por supuesto, es parte del disco.
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