Cuando se ha coqueteado más de una vez con la muerte, al llegar a viejo, uno suele volverse más reflexivo. La vida de Iggy Pop ha estado repleta de excesos, ni él mismo sabe cómo ha logrado llegar a los cincuenta y dos y mantenerse en el reino de los vivos. El peligro, el abismo con el que ha vivido, se percibe en cada arruga, en cada grieta de su piel, y ahora se muestra desnudo, sin nada que ocultar, pero las verdades, al fin y al cabo, siempre acaban hiriendo.
Escuchando spoken words como “No Shit” o “Afraid To Get Close”, o medios tiempos que recuerdan -atención- al ex Orange Juice Edwyn Collins, como “Avenue B”, no nos queda la menor duda de que la iguana ha madurado. Cierto que el rock’n’roll sigue corriendo por sus venas, no en vano versionea a The Who en “Shackin’ All Over”, pero basta con prestar un oído a la ternura con que canta “Nazi Girlfriend” o “Miss Argentina” para cerciorarse de que algo le está pasando a James Osterberg.
“Avenue B” es un indicio de lo que puede dar de sí el viejo Iggy si sigue con su vena introspectiva, está claro que no es Tom Waits, y que la etiqueta de cantautor le queda un poco lejos, pero si en “Felt The Luxury” se atreve a experimentar con hip jazz (y sale airoso), es que algo ha cambiado. Y para bien.
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