El nuevo disco de Úrsula nos quiere, antes que nada, psicoanalizar: toma la forma de esas carpetitas misteriosas que los doctores llevan siempre junto a ellos –para intimidar, claro está– y contiene un test con preguntas más o menos sonrojantes cuyos resultados se pueden enviar a una dirección de correo electrónico. Además de una posibilidad para medir nuestra cordura, “Autoayuda emocional” funciona también como un paso adelante significativo en la trayectoria de los gaditanos. ¿Ha tenido algo que ver el paréntesis de tres años entre este disco y el anterior, “Todo vuelve a ser lo que no era” (Foehn, 02), donde ya se advertía un interesante viraje hacia la electrónica más sugerente? ¿En qué medida ha influido el paso de Foehn Records a una discográfica como Lejos Discos, responsable del último lanzamiento de Arbol?.
Las nuevas composiciones de David Cordero brillan melancólicamente –es un acierto que los discos de Úrsula aparezcan a finales de año– y nos susurran melodías envolventes y con ese punto justo de afectación que aún es capaz de sorprendernos. Ante tanta música pop estúpidamente feliz se agradece la atmósfera lúgubre y serena de un disco que sirve como buena terapia de desintoxicación musical.
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