Un minuto le basta a Michel Cloup en su debut post-Diabologum para que todo el colectivo de admiradores de su revelador “#3” (Lithium, 96) expiremos “…y #4”. Porque el añorado pulso de los extintos agitadores de Toulousse se reactiva aquí, y ahora va en serio. A años luz del último trabajo de Mendelson, que acababa resultando hueco, y más revelador que el arisco y notable proyecto de Arnaud Michniak bajo el nombre de Programme; Experience exhuma el presunto cadáver del rock de veras y lo usa de polichinela para explicar cuál es su significado, dónde está su esencia y hacia dónde podría dirigirse.
Porque, señores, el rock debe ser visceral, arriesgado, avanzado, incisivo, rotundo, exclusivo y, si acaso, urbano o, de lo contrario, ir reetiquetado y ocupar portadas de revistas que, caramba, usen su nombre. Cloup, permeable a los pasos perdidos de los precedentes reales del género, dispara ráfagas de noise teledirigido, rapsodia convulsa y punk inteligente y se brinda espacios de slow-core -“Entre Voisins”, “Deux”…- y de abstracción electrónica –“Fin 82-Début 83”- para tomar el aire que requiere su mascletá: “Pour Ceux Qui Aiment Le Jazz”. Exaltación. Mientras Mansons y nu-metals van vendiendo chucherías de presumible sabor extrafuerte en las puertas de los institutos, en Toulousse se trabaja en serio para reactivar y operativizar el manoseado concepto que, en teoría, nos une y justificar, si toca, el prefijo que los críticos prefieran.
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