Quizá otros celebrarían sus dos primeras décadas de vida artística con un reecopilatorio o un directo, como animaban antiguamente las compañías a sus músicos históricos. Pero las estrategias de la industria no casan con la creatividad a flor de piel de bandas como Audience, siempre en el filo entre amateurismo bien entendido y profesionalidad sobrentendida. Así que si no quieres taza, toma taza y media, porque "Tolesdurak", el noveno en una trayectoria inmaculada, se presenta como disco doble con 16 cortes y casi una hora de duración.
Lo que sí hace Audience en este álbum es algo parecido a recapitularse (o tal vez explicarse) a sí mismo, o al menos su camino más reciente, tras la salida de Hannot, y que les ha traído hasta aquí. Pero sin renunciar a nuevas composiciones, a nuevas ideas, a perfilar próximos horizontes. Concebido y grabado antes y después del confinamiento, y todos juntos en la misma sala del estudio con la producción del gran Kaki Arkarazo, armoniza las distintas aristas de la banda de Gernika; de hecho empieza bastante crudo y acelerado en sus tres primeros temas, hasta un selvático "Trinketen beste bat" que quiere homenajear a un Trinkete Antixokoa ahora fuera de combate, que nació en paralelo al grupo y que no desentonaría en el repertorio de Atom Rhumba, para poco a poco decantarse por esos templados medios tiempos de indudable raíz de folk-rock americano, tanto su clasicismo de los 60/70 como la americana de este siglo, ayudado además en la voz suave y cariñosa de Ager Insunza, en contraste con el nervio y el brío de su hermano Gaizka. También hay una apuesta mayor por utilizar el euskera, si bien aún permanecen algunos momentos del inglés inicial e incluso uno en castellano en la sedosa "Cartas de amor", conducida por unos melancólicos acordeón y violín.
"Tolesdurak" quizá adquiera igualmente una intención de obra compuesta (a lo "White album" por ejemplo) ya desde este título que podría traducirse como "Pliegues" o "Torceduras", como declaración de ese instinto vocacional de querer condensar las varias naturalezas musicales de la banda, aunque no quede muy claro a día de hoy si actúa como epílogo a una larga etapa o en realidad sea el arranque de algo futuro. Lo que sí evidencia es una personalidad basada hasta ahora en ese coherente y reconocible desdoblamiento no lineal que ha otorgado a Audience un sello distintivo, totalmente diferente a cualquier banda local o foránea (jamás han tenido que soportar ninguna comparación al respecto, a diferencia de tantos de sus colegas). Y en ese sentido, es en la segunda parte del álbum donde surgen las mayores sorpresas, las licencias que todo artista exigente debe condederse en la búsqueda de nuevas ambientaciones y texturas. Veáse por ejemplo el tema final "Hatz markak leihoan", un pequeño festejo de ritmo latino, coros infantiles, saxo juguetón y el paisajístico teclado de Rubén Garatea.
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