Atlántico

Xoel López siempre ha tenido cabida en el universo Mondo Sonoro, de hecho protagonizó una de nuestras portadas con motivo de la edición de “Fin de un viaje infinito”, su mejor álbum hasta la fecha a pesar de sus imperfecciones. Pues bien, cabe decir ahora que la mutación ha sido total y que el cambio de piel es más evidente por culpa de ese viaje iniciático emprendido al otro lado del charco que ha dado sus frutos.Lo que falta valorar ahora es el nivel de acidez y dulzor al paladar de los mismos. Y lo cierto es que no ando nada convencido de que el cambio de registro le haya sentado bien al gallego. Más bien al contrario.

No voy a engañar a nadie si desde el principio afirmo que prefiero al Xoel de antes del salto que al actual. Primero porque no veo que a su tenue registro vocal le acabe de sentar bien eso de adentrarse en la tradición de la canción melódica latinoamericana, y a uno no le cuesta demasiado imaginar lo mucho que ganarían canciones como “La gran montaña” o “Joven poeta” en la más profunda y reverberante garganta de Enrique Bunbury. Segundo porque alguna de las canciones respiran un aroma a inacabado, por culpa de cierto encaje a martillazos de los versos. Otra cuestión es que puedas imaginar con mucho más tino temas como “Por el viejo barrio” dentro del cancionero de Rosa León o que “Buenos Aires” nos recuerde a la versión de “Piano Man” que hizo suya Ana Belén. Por eso uno acaba aferrándose a los mejores momentos del disco que curiosamente coinciden con los que más recuerdan al Xoel López del pasado (“Desafinando amor”) o que, como en el tema que da título al disco, recuerdan al Devendra Banhart de “Samba Vexillographica”. La diferencia es que mientras el americano tiene ese hecho diferencial en el fraseo que lo hace único, nuestro compatriota lo intenta, pero queda a años luz de conseguirlo.