Para jaqueca de algunos, aún se sigue confirmando la polivalencia sociológica de “Parachutes”, el notable debut de Coldplay. Porque no pasan dos semanas sin que asistamos al nacimiento de alguna banda que, bajo el influjo casi mesiánico de ese disco, nos presente unas credenciales ya conocidas por todos.
A Elbow los han intentado comparar con Peter Gabriel, supongo que para marear la perdiz. No hagan caso. Es posible que los registros vocales de Guy, su cantante, tanteen el terreno gabrielesco, no lo niego; pero el fondo, la forma y, en general, la esencia de “Asleep In The Back” entonan las cadencias y la melancolía, entre acústica y lo-fi, de Coldplay. También se aprecian buceos indiscriminados por el océano “Ok Computer”.
Los puntuales estallidos guitarreros les emparientan, glups, con Muse. O sea: copias de copias. Y está claro: con un discurso obvio, previsible y consabido, tres buenas canciones (“Red”, “Powder Blue” y “Scattered Black Whites”) resultan pobre bagaje para el convencimiento. Y ahí es, más que en el abuso de papel cebolla, donde reside la principal diferencia con, por ejemplo, Travis, quienes, por lo menos, optan al título de calcadores más inspirados del panorama británico. Segunda división y bajando.
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