Sólo a través del paso del tiempo, a través de la mirada impúdica al ayer, uno empieza a apreciar aquello que en su momento quizás advirtió sin la intensidad necesaria. El peso de los recuerdos, la tristeza de toda nostalgia, abusa de nosotros: de ahí nuestra irremediable adherencia, digamos lo que digamos, al pasado. Y hubo una banda norteamericana, de nombre Buffalo Tom, que selló de inolvidables instantes esos años (del 88 al 98) en los que muchos aprendimos a rascar en la superficie de canciones, palabras o silencios.
Esta antología retrata, pues, un rincón de nuestra vida y, también, se encarga de trazar con pulso milimétrico el nacimiento, la explosión y el triste desenlace de una escena musical, la del indie-rock estadounidense, que nos brindó numerosas alegrías. No encontrará el seguidor empedernido de Buffalo Tom composiciones nuevas en este álbum (supongo que la versión de The Jam “Going Underground” no cuenta), pero mucho me temo que eso ya es lo de menos. Es la imagen de este trío humilde, honesto y sencillo arrollando al oyente con “Mineral”, “Summer”, “Larry”, “I´m Allowed” o “Wiser” (su última gran canción ilustra, qué curioso, la despedida del álbum) lo que en realidad debe golpearnos, lo que debe hacernos sentir un poco mejor al afrontar esta compilación. Desconozco si Buffalo Tom siguen en activo o si ya han bajado la persiana. Pero cuando uno aguanta de un tirón la escucha de este apasionante muestrario de pequeños, casi minúsculos himnos sin apenas pestañear, con el corazón encogido, es que éso ya ha dejado de importar.
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