No es tan fácil hacer melodías contagiosas, aunque a veces lo parezca porque esta capacidad se vea relativizada por concepciones algo grandilocuentes de la música. La banda de Santa Coloma de Gramenet lleva casi quince años haciendo lo primero y “Así no vamos a ninguna parte” es su quinta entrega en todo este tiempo, un álbum que cumple todos los cánones del género: casi una veintena de temas que tocan casi todos los lugares comunes que hay que tocar. Desde el perdedor que recibe un revés tras otro a la autoafirmación de la sencillez (“Yo no bailo en el Apolo, yo no voy al Primavera / Yo no me compro vinilos, odio a la gente moderna”, cantan en uno de sus mejores temas) pasando por momentos de tremendismo con origen en la ciencia-ficción. Un punk-pop de manual, velocidad y saber cerrar unas canciones que parecen cerrarse solas sólo porque estamos muy acostumbrados, desde la pre-adolescencia, a escucharlas. Lo suyo es bueno y pequeño solo por no querer ser grande.
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