Cowboys de la A3

Tras “La Noche” (Sony, 21), Arde Bogotá se ha convertido en una de las grandes bandas nacionales, de esas que ocupan las primeras líneas en los festivales. Pero toda esa revolución rockera que llevan trasladando los murcianos desde sus inicios estaba supeditada a su siguiente movimiento y hoy, por fin, ha llegado.

“Cowboys de la A3” (Sony, 23) es el nombre de su segundo trabajo en el que nos suben a su furgoneta para hacer un viaje de 12 paradas convertidas en sendas canciones. Un disco en el que tienen como eje central el amor, pero en el que tienen una gran importancia los animales, véase “Los perros”, en el que también tienen hueco las inquietudes de las generaciones más jóvenes, “Todos mis amigos están tristes” y que está plagado de referencias de esas que tanto le gustan, desde fútbol de antaño, hasta un hotel de La Mancha e incluso los famosos cruces de horóscopos o, como no, los coches.

El sonido del álbum es rock de corte clásico y sin cortapisas, pero un punto más afilado que en su anterior referencia. Se nota que han ganado experiencia durante esos dos años de giras y que, además, se dan el gusto de jugar dentro de uno de los géneros estrella. Encontramos los temas que más podríamos asociar con los de Cartagena en los primeros cinco cortes, donde están situado los tres brillantes singles de presentación del disco y canciones tan coreables como “Nuestros pecados” o “Clávame tus palabras”.

Pero los temas con los BPM más altos los encontramos en la segunda mitad del disco, justo después de “Copilotos”, su balada más emotiva. Solo así se puede entender ese brillante final de “Veneno”, que nos rememora a esas bandas que jugaban con ritmos más latinos en el pasado, o ese intermedio que cambia totalmente el paso de “Besos y animales” para convertirla en una auténtica bomba sonora. Un fin de álbum para no dejar de saltar y de mover la cabeza.

Aunque si tuviésemos que definir el álbum en un solo sentimiento sería emoción y si la llevásemos a una pieza esa sería “La salvación”. Esa letra de la importancia de la vuelta a casa, esa base que va ganando epicidad con el paso de la pista y el haber llegado al final del viaje es lo que hace tan diferencial esta pieza que se ha convertido desde hoy en un clásico instantáneo del rock patrio.

En definitiva, si con su debut creí que nos enseñaban a cómo hacer rock afilado en 2021 a la manera de unos Arctic Monkeys, Foals o Kaiser Chiefs a la española, con este no tengo dudas de que ya se han convertido en auténticos maestros del género. Larga vida a estos vaqueros de la carretera, que no la abandonen jamás.