Por un lado, vehículo personal y ensimismado de Alfonso Arana, por otro una especie de supergrupo del underground getxotarra con acompañantes señeros como Iñigo Romera, Iñigo Eguillor y Rodrigo Pérez Andino. Alfonso, que se diera a conocer en Cujo y Cancer Moon para después fundar proyectos como Sweet Oblivion lleva más de una década atendiendo por su apellido. Arana aúna poesía con sonidos próximos al slowcore, a sabiendas de que la atención de los públicos van por senderos muy distantes y distintos a su entramado. Parece no importarle, y así de vez en cuando saca sus canciones, que en un par de ocasiones llegaron a la extensión de álbum.
En el caso que nos ocupa se ha quedado en un Ep de cuatro temas en dieciocho minutos, espléndidamente grabados en El Tigre de Deusto bajo la producción y masterización de Jon Aguirrezabalaba y Xabier Eguia. Abren con “Reflejos”, un lento con ambientación de gótico americano que la dulce (y nítida) voz de Alfonso amabiliza para desembocar en un hermoso piano. “En el fondo del mar” es una invitación a sumergirse en un ligero trote de ensueño que explota con guitarras crujientes. Para “Fantasmas de mayo” Arana se reserva su lado más febril a base de cruzar contundencia rítimica y punteos noise con una sorpresiva coda final. Y por último “Ya no es ella”, la más larga del preciado lote, retorna a ese estado melancólico y sereno en una suerte de balada otoñal con sutiles arreglos, propios de su vertiente más experimental. En conjunto, probablemente su disco mejor redondeado.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.