Utilizando las cuatro estaciones como eje temático de la vida vivida (reseña de "Invierno"), Arana despierta tras el solsticio de invierno con la tenue luz de los primeros días de primavera, y bañan con fulgor- y paradójicamente, casi sin electricidad- estas nuevas canciones. Canciones, y volvemos a la contradicción, nocturnas y que inevitablemente, nos llevan al imaginario de su amado Mark Lanegan. Al ritmo que marcan las escobillas de la batería, el ex Cujo va encontrando cada vez más esa sobriedad que requieren sus composiciones. Con sutiles crescendos (“Perfecta”), usando la segunda persona del singular como recurso literario pero también como espejo donde las autopreguntas nos llevan a mayor confusión (“Almas Gemelas”), estribillos invisibles donde lo menos es mucho más (“Manatial”), y donde reinan, de nuevo, las preguntas retóricas, que no son más que una manera de cargarse de esperanza (“Antes de que te des cuenta”). La serenidad cristalizada a 33 revoluciones digitales.
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