Al final, crecemos, y por el camino aprendemos que la sencillez es lo más complicado. Por eso, Alfonso Arana, tras una extensa trayectoria musical, que va como gregario desde Los Nadie a Cancer Moon, y como autor desde Cujo a Sweet Oblivion, se pasa al castellano (aunque ya lo hizo en su álbum debut, “Miedo a lo Desconocido”, en 2014) y busca en este idioma los adjetivos calificativos que describan la impotencia del ser humano en la vida misma, o en el amor, que es lo mismo. El único elemento divino merecedor de tener fe y de perseguir hasta la extenuación. Al calor de estos cuatro temas invernarles (“Lo que queda del día”, “En la distancia”, “Tu retrato”, “Nadie Sabe”), y tras el crepitar de las escobillas de la batería, el imaginario personal del getxotarra sigue dejando preciosas canciones para solaz de corazones zombies y silencios en forma de canción. Y para fans irredentos de Mark Lanegan, donde castellaniza y desnuda de electricidad el “No One Knows” de Screaming Trees, su grupo fetiche.
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