La repercusión que obtuvieron Interpol en nuestro país a propósito de "Turn On The Bright Lights" -y de la que tuvimos nuestra pequeña parte de culpa- les ha acabado haciendo un flaco favor. Tan pronto como se ha publicado "Antics" muchos han sido los que han intentado rebanarles el cuello (les tenían ganas), acusándoles de ser unos mediocres imitadores de Joy Division. Sólo que se equivocan.
La repercusión que obtuvieron Interpol en nuestro país a propósito de "Turn On The Bright Lights" -y de la que tuvimos nuestra pequeña parte de culpa- les ha acabado haciendo un flaco favor. Tan pronto como se ha publicado "Antics" muchos han sido los que han intentado rebanarles el cuello (les tenían ganas), acusándoles de ser unos mediocres imitadores de Joy Division. Sólo que se equivocan.
Interpol no suenan únicamente a la formación de Ian Curtis en clean version, sino que cualquiera que quiera buscar similitudes con The Chameleons o algún otro grupo de culto de los ochenta no lo tendrá demasiado difícil para trazar mil y un paralelismos. Eso no significa que Interpol deban ser un mal grupo, ni siquiera una formación sin personalidad. Las diez canciones de "Antics" -de las que sólo "Not Even Jail" supera los cinco minutos- reinciden en los postulados del anterior trabajo de Interpol aparcando parte de la oscuridad y, eso sí, contentándose con utilizar los mismos ingredientes y cocerlos según la misma receta que nos ofrecieron un par de años atrás.
Con ellas, los estadounidenses no suben, no bajan, sino que se mantienen en un camino horizontal y sin desniveles que quizás no les permita desplegar sus egos como pavo reales, pero sí mantenerse en activo por lo menos algunos años más sin decepcionar a quienes se entregaron a su causa.
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