Para Justin Sane y compañía poco o nada importa que estemos desenvolviendo todavía los esperanzadores anhelos de un flagrante nuevo año. Su discurso, marcado a fuego por un siempre latente descreimiento y una crítica sistemática que no carece de vigencia, inaugura el presente 2023 haciendo gala de lo que mejor saben hacer y poniendo sobre los hechos un abc previsible pero eficaz con el que la banda lleva, a lo tonto, atesorando éxitos desde hace casi tres décadas. Es precisamente en este impasse social donde la desidia generacional, la desconfianza en las instituciones y el abatimiento compartido se dan cita para conformar un sentencioso “Lies They Tell Our Children”, el décimo-tercer disco de estudio de Anti-Flag.
Desde su última incursión con “20/20 Vision” (Spinefarm, 20), la agenda pública no ha dejado de brindar razones de peso para que la banda pueda seguir dibujando con inquina y disgusto los trazos que definen su característico y desafiante sino, tal y como observamos en la emocionante carta de entrada “Sold everything” (“Fuck all their borders and fuck all their wars”, claman entre melódicos riffs), una mera pincelada de la sucesiva ola de agitantes himnos que azotarán con rebeldía y enojo la pasividad conformista del más pintado. A diferencia de lo que pudimos escuchar en anteriores trabajos de la banda, en este álbum (y casi conscientes de que solo así será posible combatir nuestros males presentes) los de Pittsburgh hacen un brillante llamamiento a filas, firmando un álbum en el que prácticamente todos y cada uno de sus cortes son colaboraciones de mucha altura. Con ello, comprobamos con gusto que poco o nada tardan en sacar los tanques a la vereda, contando con nada menos que Jesse Leach de Killswitch Engage, quien lleva a un terreno más alejado del metalcore su impronta y da forma a una excelente diatriba en contra del consumismo y el exceso (“Modern Meta Medicine”), o elaborando junto a Shane Told de Silverstein un intenso ejercicio de nostalgia en “Laugh. Cry. Smile. Die” (del que además, precisamente, emana el título del disco).
El nivel ofrecido en este catálogo de voces exaltadas y unidas por una disconformidad común no cesa, ya bien sea para congregarnos todos a una (“The Fight Of Our Lives”, junto a Tim Mcllrath de Rise Against y Brian Baker de Bad Religion) o tirar de arquetipos punk bailongos y coreables a los cuatro vientos (“Victory Or Death (We Gave ‘Em Hell)”, junto a Andreas Frege, aka Campino, de la legendaria banda alemana Die Toten Hosen). Con más o menos acierto de uso –pues algunas de estos múltiples e impecables nombres quedarán casi sepultados por la acelerada instrumentación de las pistas y en ocasiones caerán en un triste e inapreciable vacío–, la banda consigue regenerar la frescura de una fórmula genuina pero históricamente reacia a la innovación. A menudo acostumbramos a medir la vida útil de los artistas en función de si les queda o no todavía por decir algo en el tintero, y aunque en ocasiones podamos detectar un casi obsoleto abanico estilístico en los recursos de Anti-Flag, el vergonzante estado de nuestro sistema sirve de garantía segura para confirmar que la banda seguirá teniendo motivos para continuar combatiendo con puño de hierro las miles de perennes injusticias que manejan el ir y venir de los tiempos.
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