Nadie se toma la expresión de “ir a la deriva” de forma tan literal como Animal Collective. Sobradamente conocidos por abrazar la experimentación, uno siempre tiene la sensación que en su discografía no hay un rumbo definido, e incluso el paso de una canción a otra en sus álbumes es algo parecido a doblar la esquina sin saber qué te depara al otro lado. Con “Tangerine Reef”, Animal Collective no solo van a la deriva en el sentido artístico, sino que su música realmente flota en aguas oceánicas: se trata de un proyecto audiovisual inspirado por las imágenes de arrecifes de coral captadas por la compañía Coral Morphologic, encargándose la banda de poner el fondo musical al film que ya se puede visionar en su misma web. Recomendamos que hagáis eso, porque el disco por sí solo resulta un poco insustancial.
“Tangerine Reef” (lo puramente sonoro, para entendernos) viene a ser un álbum conceptual construido a partir de paisajes abstractos y evocativos, melodías que oscilan y se entremezclan como si de la marea se tratara, mientras la reverberada voz de Tare aparece para lanzar proclamas alarmantes sobre el calentamiento global y la destrucción de los océanos. Si os parece chungo es porque lo es: lejos quedan las travesuras semi-cacofónicas pero entretenidas del “Strawberry Jam” y el “Merriweather Post Pavillion” (hasta esa locura de single que fue “FloriDada” y que la banda presentó hace sólo dos años con su anterior disco ahora parece algo rematadamente lejano). Aquí, Animal Collective ya no juegan despreocupados y han dejado el pop colorido a un lado para afrontar el asunto con seriedad (y una buena dosis de experimentación). No hay nada malo en ello: tiene mérito seguir arriesgándose y negarse a hacer concesiones. Pero escuchado (o visionado) el experimento, tiene más sentido entenderlo como un acto del grupo para tomar cartas en el grave asunto del cambio climático que como una aportación relevante a su discografía.
Arrancando con una “Hair Cutter” que parece un tema de Alt-J que nunca llega a arrancar, y divagando después por senderos naturalistas que alguien como Björk ya ha explorado con mejores resultados, “Tangerine Reef” parece una jam session tocada a medio gas, un conjunto de pequeñas ideas empalmadas entre sí que no se acaban de desarrollar del todo. Parte de la culpa la tiene el formato y el sitio que la música de Animal Collective ocupa en él: el álbum es demasiado concreto y chillón ser una banda sonora útil, pero demasiado abstracto y descoyuntado para funcionar sólo por su cuenta. En definitiva, un viaje estimulante, pero poco más. Y todo el coral en alta definición del mundo no lo cambiará.
“Tangerine Reef” puede que sea una elegía al medio ambiente, pero los más cínicos no tardarán en leerlo como una elegía hacia la propia banda, actualmente embarcada en proyectos cada vez más bizarros para (chistes náuticos a parte) mantenerse a flote, a pesar de que sus mejores días ya hayan pasado y no ocupen un puesto tan relevante en el panorama. En este caso, eso sí, al menos lo hacen por una buena causa.
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