Tengo tres estrellas y veinte cruces
Discos / Ángeles, Víctor, Gloria & Javier

Tengo tres estrellas y veinte cruces

9 / 10
David Pérez — 29-12-2023
Empresa — Primavera Labels
Género — Flamenco Fusión
Fotografía —

Justo antes de que termine el año, inmersos en las listas y quinielas de lo mejor de 2023, abriéndose paso entre nubarrones y desalientos, nos llega este regalo sonoro con forma de puñal lorquiano que atraviesa el pecho como un rayo de sol. Diez temas fraguados con versos de diferentes piezas del poemario “Poema del Cante Jondo” de Federico García Lorca. Obra poética escrita por el inmortal poeta granaino en 1921, paralela a la preparación del Concurso de Cante Jondo de 1922, capitaneado por él mismo y Manuel de Falla. Dicho concurso, del que se celebró su centenario el pasado año, fue concebido para preservar los estilos del género jondo que, según Falla, estaba en peligro y decadencia por el comercialismo y el flamenquismo. A raíz de dichos centenarios, Ángeles Toledano (voz), Víctor Cabezuelo (piano, sintetizadores, bajo y producción), Gloria Maurel (batería y percusiones) y Javier Martín (programación, efectos, sintetizadores y producción), músicos especializados en diferentes estilos (flamenco, electrónica, ambient pop, psicodelia y jazz, entre otros), por encargo del Festival Internacional de Arte Sacro (FIAS), trabajaron en una vanguardista interpretación musical del “Poema del Cante Jondo” de Lorca. Las piezas creadas fueron representadas en estreno absoluto el 15 de marzo del pasado año en la Sala Roja de los Teatros del Canal, y ahora, “Tengo tres estrellas y veinte cruces”, se ve plasmada en este sobresaliente álbum debut de Ángeles, Víctor, Gloria y Javier.

En “Poema del Cante Jondo” laten el amor y la muerte, el dolor y la pena, manifestados a lo largo de sus versos (y de toda la obra de Lorca) como la desesperada y doliente búsqueda del querer verdadero. Así, a corazón abierto, comenzamos a recorrer los surcos de “Tengo tres estrellas y veinte cruces”, con esos “saeteros ciegos de amor”, atmosféricos y envolventes en la inicial “Balcón/Madrugada”, repleta de sintetizadores y una minimalista y cuidada electrónica, para terminar por desembocar en festín rítmico con Gloria y sus baquetas al mando. Le sigue el “Baile”, con “serpientes amarillas enroscadas en su cabeza, soñando” con el embrujo sintetizado de unos tientos tangos que Ángeles Toledano templa en la fragua de su garganta con la maestría y naturalidad que sólo poseen las más grandes, siguiendo el pulso que marca Gloria y fundiendo los versos con “Al Gurugú”. Un suave piano entra en escena y una voz familiar (¿Dandy Piranha?) recita el poema “En la torre”, para que después Toledano susurre unos versos de “Cuatro muleros”, tornándose este tercer “Clamor” en instrumental, con la base rítmica marcando el camino, entre voces espectrales y bruma electrónica.

“Empieza el llanto/de la guitarra./Se rompen las copas/de madrugada./Empieza el llanto/de la guitarra./Es inútil callarla./Es imposible callarla…/¡Oh guitarra!/ Corazón malherido/por cinco espadas”. Ángeles arañándonos por dentro con unas granaínas que flotan en atmósferas futuristas, desembocando por soleá en “Suspiro tierno”, primero con versos de mantos negros, cálidos, susurrantes y dolientes, y luego rajando el tejido electrónico que la envuelve, quejío a quejío: “Se dejó el balcón abierto/y el alba por el balcón/desembocó todo el cielo”. Para terminar por fundir versos y partirse el pecho por fandangos populares de amor infinito: “Yo tengo tres corazones/y a mi no me afligen penas,/yo tengo tres corazones:/y uno pa’ que vaya y venga/y otro pa’ que me aprisione/y otro pa’ que tú lo tengas”. Esta fue la primera canción que construyó el grupo con el fin de homenajear “Poema del Cante Jondo” en el año de su centenario. Además, este “Suspiro tierno” es pieza sonora fundamental de la película “Mi soledad tiene alas” (23).

La electrónica más expansiva y sideral, como una libélula de neón que aletea y surca la distancia que hay entre dos estrellas, teje a golpe de programaciones, sintetizadores multicolores y una batería que termina de propulsar y acelerar, un “Paisaje” lisérgico e intergaláctico que podría haber encajado a la perfección en los últimos surcos de flores psicodélicas de Rufus T Firefly.

“Y el puñal entra en el corazón/como un rayo de sol…/No me lo claves,/no me lo claves, no”. Así nos atrapa, atraviesa y duele el sentimiento puro que la voz de Ángeles padece y transmite en “Puñal”, para alcanzar solemnidad y seguir derramando mercurio salvaje y rayos enamorados con “La muerte de la petenera”; con la banda creando un nuevo universo sintetizado y abrasivo que terminará estallando, mientras las lágrimas de la garganta de Ángeles, entre versos de deseo y muerte, alcanzan cimas flamencas y cielos en llamas, con regusto a “Omega” por momentos, volando como un pájaro libre de fuego.

En “Alba” encontramos la pieza instrumental más frenéticamente electrónica y espacial del lote, con unas palmas flamencas y percusiones que entran en juego, acelerando y ardiendo sobre teclados psicodélicos infinitos. “Y la ilusión de la aurora/y los besos/se desvanecen,/y el corazón/se desvanece…/Sólo queda/el desierto,/un ondulado/desierto”. Cuando creíamos que nos habíamos desintegrado para siempre, nos rematan con “Y después”, final de los finales que corta la respiración y estruja el pecho a cada escucha (¡maldito bucle en el que me encuentro!), una maravilla que hurga y sana la herida incicatrizable una y otra vez, con una Ángeles Toledano que termina por coronarse como una de las nuevas voces jondas y libérrimas a batir, cincelando sobre una fina aura electrónica y un sentido piano, el vacío más doloroso, en una de las interpretaciones más sentidas y bellas que recuerdo, y que, por sí sola, ya merece la pena este maravilloso e irrepetible viaje.

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