Admirar a Tricky resulta tan sencillo, requiere de tan pocos esfuerzos, que no voy a ser yo quien me convierta en la excepción que confirma la regla. Su mirada maliciosa, su angulosa cara, esas toneladas de rabiosa oscuridad y las composiciones de "Maxinquaye", "Pre-MileniumTension" y el álbum firmado como Nearly God le convierten en un genio incómodo que, desde las calles de Bristol o Nueva York, continúa vapuleando a propios y extraños.Como era de esperar, las doce piezas que conforman ese puzzle titulado "Angels with Dirty Faces" siguen mostrándonos a un artista inquieto, con vocación vanguardista y grande como pocos, pero sin llegar a los majestuosos extremos que observamos en su anterior trabajo.
Tenemos a PJ Harvey en "Broken Homes", a ese malabarista de la guitarra que es Marc Ribot y a Scott Ian de Anthrax ejerciendo como guitarristas en varios cortes y a Martina cumpliendo las mismas funciones del pasado, pero no importa. Tricky es quien sigue marcando las directrices, dirigiendo una obra magna que aún raspa en los oidos, que no se conforma con agradar, que agota las energías sorbierdo hasta el último segundo de nuestra atención, pero que no consigue mantener la línea ascendente marcada por sus anteriores proezas. Así que, por lo menos esta temporada, son sus antiguos compañeros de Massive Attack quienes ganan la batalla. Sólo que -de eso estoy seguro- Tricky acabará ganando la guerra.
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