Andrea Santiago y su banda nos regalan “Prenderle fuego a todo”, un debut tan absorbente como cautivador que sirve para sentar la base de un sonido identitario y con enorme capacidad de crecimiento. Un trabajo que alberga un recorrido de meses —estaba previsto para 2020— y que lejos de sufrir por el paso del tiempo se ha empoderado a través de unos meses plagados de incertidumbre y desolación.
Nos encontramos ante un disco doloroso e incisivo, pero también halagüeño y enérgico, que nos empuja hacia adelante y entierra los miedos en temas como el que da título al trabajo; que nos invita a liberarnos en colaboraciones como la de Anne Lukin en “Materia viva” que tan bien acompaña a la propia Santiago; y que muestra su faceta más accesible y pop en canciones como “Espíritus”.
“Prenderle fuego a todo” es fruto del talento innato de la artista para acercarse a los demonios de la depresión con tantas dosis de escapismo como de energía en temas como “La Reina de las nieves” pero también de saberse rodear de una banda que engrandece las canciones como sucede en “De tu mirada” y su explosivo final. Un álbum que cuenta con un telón de fondo en el que es fácil apreciar la desolación, la tristeza y las inseguridades que se abren a múltiples significados, y a la vez también sitúa la escena en espacios concretos como sucede en “Hasta el agua”, donde los momentos más sencillos dejan lugar a la imaginación.
No cabe duda de que al sumergirse en este debut uno no encuentra grandes sorpresas ni sobresaltos, pero no resulta complicado bucear por las canciones e ir encontrando elementos que revelan lo mucho que puede ir evolucionando su sonido y también ir creciendo en matices en el apartado vocal (“Tundra” es un claro ejemplo de la capacidad de Andrea para probarse en diferentes alturas). Y todo ello es algo que lo convierte en una apuesta musical más que digna y en un formación con unas cuantas virtudes ilusionantes que deberían seguir explotando.
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