A menudo, la precocidad es más un problema que una bendición. Se crean unas expectativas que la mayoría de veces no se cumplen, hay presión a tu alrededor y siempre asoma la duda acerca de si es muy temprano para explotar el talento innato de los artistas y las artistas. La exigencia es máxima y quienes te siguen esperan siempre más, al margen de que luego mantengan la atención en lo que haces o no. Un ejemplo cercano podría ser, en el terreno del pop-rock, Núria Graham, quien finalmente ha encajado como un guante en su escena.
El caso de Andrea Motis era más complicado. Quizás por la singularidad de un género como el jazz en el que, por sus propios patrones de conducta, se te exige ser más madura de lo que todavía toca. De ahí que la responsabilidad sea mayor a cada paso que das. Pero a favor de Motis han jugado varios factores que la han ayudado a crecer y no perder el norte. El más importante, el lugar en el que se ha formado, la Sant Andreu Jazz Band (inolvidable cada secuencia del documental “Kids & Music”), algo que le ha permitido tomar conciencia de que su caso no es el único (por ahí están Eva Fernández y Rita Payés). Y aunque todos los focos estén sobre ella, la carga es menor. A todo esto, la sana protección de Joan Chamorro que sabe cómo dosificar y aconsejar en cada movimiento.
Ahora, acompañada de su sequito habitual (Ignasi Terraza al piano, Esteve Pi a la batería, Josep Traver a la guitarra), vuela sola por primera vez en un sello en el que únicamente tienen plaza los grandes nombres. Tras Verve y Blue Note, la etiqueta que Coltrane impulsó es la más importante de la historia del jazz, y sólo por eso, ya es un hito que Motis grabe para una marca como Impulse! Impulse! ha reorientado su catálogo durante los últimos años, y es ahí donde Andrea Motis encaja como tanto a corto como a largo plazo.
Va a compartir hogar con Sarah Mckenzie, otra chica que como ella, apunta alto. “Emotional Dance” se grabó en Nueva York en una semana, con diversos músicos invitados, entre ellos Scott Robinson, Joel Frahm, Cafe Da Silva y Perico Sambeat (de quien ella rescata su “Matilda”). El disco comienza con una pieza que Billie Holiday cantaba durante su etapa más sórdida, “He’s Funny That Way”, tenía menos timbre pero más profundidad en el fraseo. Motis la adapta alegremente y con una soltura inusual, recordando aquellos paseos que daba con Chamorro preguntándole sobre las diferencias que había entre Lady Day y Ella Fitzgerald. En “Chega de Saudade” de Jobim, se pone de acuerdo con su fiel compañera Rita Payés. En “You’d Be So Nice To Come Home To” le saca partido al material de Cole Porter y su voz y esa trompeta que tanto ama brillan en “Señor Blues” del maestro Horace Silver.
Para redondear, firma tres temas (excelente “I Didn’t Tell Them Why”) e incluso se atreve a llevar a su terreno “Louisiana o els camps de cotó” de Els Amics de les Arts, dejando claro que no solamente se nutre con los clásicos del jazz. En fin, que “Emotional Dance” es sólo el punto de partida para una bonita historia de la que seremos todos testigos.
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