Heredero de la tradición sombría de la canción americana, Micah P. Hinson se postuló con su notable primer disco, “And The Gospel Of Progress”, como relevo generacional de nombres como Will Oldham o (Smog), actualmente en el trono de dicha tradición.
Sus señas de identidad: un country más bien oscuro cargado de una épica rock que ponía los pelos de punta y hacía mover la cabeza verticalmente. Con su segundo disco, “And The Opera Circuit”, Hinson ha rebajado el nivel de épica a base de banjos minúsculos (“Diggin’ A Grave”) y un orquestación digna de los Lamchop más risueños. Parece haberse escorado un poco hacia el folk (en “Jackeyed” es como el primo ronco de Sufjan Stevens), en busca de un sonido más luminoso y suave que le da un aire más sútil a su música. Podría parecer un disco más equilibrado y disfrutable (y quizás lo es) que el primero, pero sus canciones no son tan rotundas e hirientes. Falta un poco más de arrebato y malversación emocional, falta un ‘Don’st You’ para cantar a pulmón con los amigos. De momento, la P. de Micah está más cerca de prometedor que de portento.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.