Parece que todas las temporadas surge, como de la nada, una banda que empieza a despuntar y recoge la atención tanto de la crítica especializada como del público a nivel internacional. Este año, esta vacante ha sido ocupada de forma arrolladora por Amyl and the Sniffers, un cuarteto de veinteañeros proveniente de Melbourne que viene cargado de canciones y una actitud que nos remite a los años dorados del punk.
Dando sus primeros pasos, como suele ocurrir en la mayoría de estos casos, editando un par de EPs que grabaron en apenas horas y sin más pretensión que la de pasar un buen rato tocando allí donde surgiera la oportunidad, los últimos meses su nivel de popularidad se ha incrementado hasta niveles que nadie podría prever y el hype creado en torno a su música les ha permitido girar junto a King Gizzard And The Lizard Wizard y ser incluídos en los principales festivales de todo el mundo, el Primavera Sound barcelonés incluído.
Para este álbum homónimo debut, los australianos han dado un salto de calidad al contar con Ross Orton, el productor de ‘AM’ de Arctic Monkeys, para plasmar sus temas en el estudio, pero este salto en la producción no ha sacrificado ni un solo decibelio por el camino. Los once temas suenan más directos que nunca, y Amy Taylor demuestra con sus arrolladora personalidad y sus ácidas letras que podría haber sido una dignísima componente de la versión más inmediata y callejera de The Plasmatics, The Devotchkas o Bikini Kill. Sus compañeros (Bryce Wilson a la batería, Dec Martens en las seis cuerdas y Gus Romer al bajo), le siguen el frenético ritmo cargado de angustia y frustración moderna a golpe de mullets y riffs que por momentos recuerdan a The Damned o a The Stooges, en un torbellino sonoro transmitido a través de bombas de dos minutos de duración y que con las escuchas se vuelve completamente adictivo y, sobretodo, tremendamente divertido. Bienvenidos al punk de 2019.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.